Ciencia de datos espaciales para resolver las preguntas de la demografía tradicional
“Los datos espaciales son muy innovadores, pero estamos preguntando las mismas cuestiones”. Así resume Stephen A. Matthews, catedrático de Sociología, Antropología y Demografía en la Universidad Estatal de Pensilvania (Estados Unidos), la aplicación de la demografía espacial en los estudios demográficos actuales durante su conferencia titulada Demografía espacial: evolución y perspectivas futuras que cerró, el pasado 21 de mayo, la edición 2017/2018 del ciclo Demography Today.
24 mayo, 2018
La demografía espacial, explica Matthews, “contempla cualquier información espacial en el campo de la demografía”. Es decir, para estudiar temas clásicos de demografía tradicional -como la natalidad, la mortalidad o la migración- se puede usar, por ejemplo, información geográfica sobre la localización de hospitales o niveles de pobreza en determinadas áreas. “Podemos usar esos datos para analizar un amplio rango de cuestiones demográficas”, añade.
Para el experto, la definición de demografía espacial es “muy amplia”, aunque considera que hay un énfasis en “centrarse en el estudio de las dinámicas de la población usando datos espaciales”. “Podemos observar cuestiones como la relación de la gente y su entorno, el crimen, la salud materna… se pueden estudiar muchos puntos con la demografía espacial”, explica Matthews.
A su juicio, los datos espaciales han estado presentes en el estudio de la demografía durante mucho tiempo, sin embargo, ahora muchas disciplinas están “redescubriendo” estos datos. “Gracias a los satélites hemos tenido este tipo de información durante los últimos 40 años, pero es desde los últimos 20, 10 o incluso cinco años, cuando los demógrafos han sacado provecho de ellos para observar una serie de cuestiones relacionadas con la población y su entorno”, señala el catedrático.
Ahora es posible recoger datos de unidades espacio-temporales muy pequeñas, nanodatos según el experto. Así, por ejemplo, un teléfono móvil hoy en día puede dar las coordenadas de GPS que, junto con la señal temporal, indica en qué lugar y momento exacto se encuentra un individuo. Gracias a ello, por ejemplo, se puede crear el mapa de la segregación social de una ciudad, como explicó Esteban Moro en la conferencia que impartió dentro de este mismo ciclo. Se trata de datos nuevos, pero se usan para responder cuestiones que ya estaban planteadas desde hace décadas. “Tenemos mejores mediciones pero no tenemos, necesariamente, diferencias en el concepto o en el marco teórico”, asegura Matthews.
Sin embargo, el poder acceder a información tan precisa sobre los individuos ha provocado una creciente preocupación en la población respecto a la privacidad. Hoy en día se recogen datos de dispositivos como teléfonos móviles o pulseras de actividad. “Podemos rastrear a la gente minuto a minuto, semana a semana, mes a mes…”. En este aspecto, Matthews afirma que no cree que debiera haber una limitación respecto a los datos que se recogen, sino sobre qué se analiza y cómo se representa. “No vamos a poner un mapa que localice al, eso sería irresponsable”, explica. No obstante, lo interesante de los trabajos demográficos que usan estos datos no es el mapa, sino estudiar qué distancia hay del lugar de trabajo al colegio, o del domicilio al parque. “Es una información muy valiosa”, añade.
Respecto al futuro de la demografía espacial, Matthews se muestra “optimista”, ya que estos datos pueden conducir a que el investigador se plantee nuevas preguntas que antes no se hacía. “Ahí es donde el campo se hace interesante porque podemos empezar a aprovechar nuevas formas de datos de maneras originales”, concluye.