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ESENCIALES Nº 04/2023 Evolución del valor del capital humano en España: situación actual y perspectivas

El capital humano es el principal factor productivo de España, pero su valor per cápita ha caído un 19,1% desde principios de siglo

El valor del capital humano de España se situó en los 15,2 billones de euros en 2021, 4 veces superior al del stock de capital físico. Sin embargo, ese valor muestra una tendencia decreciente desde hace más de una década que ha supuesto una reducción acumulada desde el año 2000 del 5,6% en términos reales. El comportamiento en términos per cápita es aún más preocupante con un descenso del 19,1% respecto al año 2000, hasta situarse en 320.975 euros por persona en 2021. El principal responsable de este descenso es el intenso proceso de envejecimiento de la población de España. De hecho, el envejecimiento previsto hasta 2050 supondría una caída acumulada adicional de otro 19%, algo que puede limitar sustancialmente la posibilidad de aumentar el bienestar de la sociedad española en las próximas décadas.

4 mayo, 2023

El factor productivo más valioso con que cuenta España es el capital humano de su población. Más allá de indicadores puramente educativos, y de acuerdo con los enfoques más recientes de organismos internacionales como el Banco Mundial, ese valor puede estimarse a través de su contribución total a la producción presente y futura, esto es, como el valor presente de las rentas brutas laborales totales esperadas de la población en edad de trabajar a lo largo del resto de su vida.

El valor del capital humano depende, por tanto, de factores como la tasa de actividad, la tasa de paro, la productividad del trabajo y la esperanza de vida de los individuos y de todos los factores que les afectan, como los niveles de formación o la experiencia laboral. Este enfoque permite obtener una valoración monetaria del capital humano, como ya se hace con otros tipos de capital. En nuestro caso, el proceso de estimación ha contemplado 1.360 tipos distintos de trabajo en función de la edad, sexo, nivel de estudios completados y situación profesional del individuo.

El valor del capital humano ha experimentado notables altibajos a lo largo del presente siglo, con un crecimiento acumulado en términos nominales del 37,9% respecto al año 2000, hasta los 15,2 billones de euros. Sin embargo, esa imagen de fuerte crecimiento resulta engañosa, ya que se debe al efecto acumulado de la inflación. Una vez se descuenta su efecto, las estimaciones del valor del capital humano a precios constantes indican que se ha producido una caída real del 5,6%, durante el conjunto del periodo 2000-2021.

A diferencia de lo que sucede con el capital humano, en el caso de la población, PIB, empleo o stock de capital físico se ha producido un aumento en el periodo analizado, especialmente en el caso del capital físico, que ha aumentado en términos reales un 61%, y más modestos, pero también apreciables, en el caso de la población, con un 16,7% más de habitantes.

A pesar del menor dinamismo del capital humano, en 2021 continúa representando en torno al 80% del stock de capital total (físico más humano) de la economía española, aunque su peso en ese agregado ha descendido 6 puntos porcentuales desde 2000.

El discreto comportamiento del capital humano es aún más evidente si se considera su valor en términos per cápita (320.975 euros en 2021). En términos reales (precios constantes) la evolución ha sido claramente negativa, con una caída acumulada del 19,1% desde 2000, en consonancia con la reducción del valor real del stock agregado de capital humano. Ni siquiera durante la fase más expansiva previa a la Gran Recesión se observan incrementos sustanciales.

Se trata de un fenómeno preocupante, que muestra el estancamiento del principal elemento de la capacidad de producir bienes y servicios de España y, por tanto, de generar bienestar para la sociedad. Esta evolución contrasta con el comportamiento general seguido por otros países. Así, las estimaciones del Banco Mundial muestran incrementos del valor del capital humano per cápita para el conjunto de países de la OCDE por encima del 17,6% durante el periodo 2000-2018.

España se encontraba en 2018 en una situación intermedia dentro del panorama mundial. Por una parte, el valor del capital humano per cápita era todavía sustancialmente mayor que en la mayoría de países, doblando prácticamente los valores medios mundiales o los de los países de renta alta no pertenecientes a la OCDE. La ventaja era todavía mucho mayor respecto a los países de renta media o baja y también muy considerable respecto a, por ejemplo, una potencia económica emergente como China.

Sin embargo, el capital humano per cápita de España era la mitad de la media de la OCDE y apenas representaba el 31,9% del capital humano per cápita de los EE. UU. La diferencia respecto a otros países desarrollados como Australia, Canadá o Japón es también considerable, al igual que sucede si la comparación se refiere a otros países desarrollados de la Unión Europea. Además, durante el periodo 2000-2018 la posición relativa de España se ha debilitado de modo acusado, mostrando una tendencia divergente respecto al conjunto de países desarrollados y perdiendo parte de la ventaja que mantenía respecto al resto de países.

La discreta posición relativa de España y la pérdida de posiciones en comparación con otros países desarrollados está ligada al peor funcionamiento de su mercado de trabajo, al débil desempeño en términos de productividad y a la mayor intensidad del envejecimiento de su población, que además se ha agudizado. Hay que recordar que España se caracteriza a nivel mundial por tener desde hace tiempo y de modo creciente una de las mayores esperanzas de vida (83,1 años), junto con una de las menores tasas de fecundidad (1,19 hijos por mujer) y una de las mayores tasas de desempleo (14,8%) en 2021.

Además, las proyecciones demográficas apuntan a un agravamiento del proceso de envejecimiento de la población y esto supone un auténtico desafío para el desarrollo de España. Las simulaciones realizadas suponiendo todos los demás factores constantes indican que, con una estructura demográfica tan envejecida como la prevista para 2050, el valor real del capital humano per cápita sería un 19% adicional más bajo.

El impacto del envejecimiento puede paliarse en buena medida si se estimulan cambios positivos en otros ámbitos relevantes para el capital humano. Las simulaciones indican que, todo lo demás constante, el retraso de la edad de jubilación a los 67 años incrementaría el valor del capital humano per cápita un 9,2%, y el retraso hasta los 70 años un 15,1%. Mejoras en el funcionamiento del mercado de trabajo también serían favorables. Reducir la tasa estructural de desempleo hasta la media del área euro tendría un impacto positivo del 8,5%, que llegaría al 11,3% de conseguirse una reducción hasta los niveles medios de la OCDE. Finalmente, impulsar las ganancias de productividad sería fundamental. Por ejemplo, todo lo demás constante, incrementar la productividad del trabajo hasta los niveles medios de la zona euro impulsaría el valor del capital humano per cápita un 22,7%. Esto requeriría reducir el abandono escolar, mejorar la calidad de la formación y un mayor esfuerzo en I+D y en la adaptación al proceso de digitalización, así como continuar acometiendo reformas estructurales que aumenten la eficiencia de la economía.

En resumen, el progresivo envejecimiento de la población constituye un claro factor de riesgo a futuro, aunque existen márgenes de mejora en el funcionamiento del mercado laboral y en materia de productividad que, en caso de ser explotados, podrían compensar sobradamente esa evolución.  Sin embargo, se trata de objetivos exigentes, como muestra el persistente comportamiento diferencial de España en esos ámbitos durante los últimos decenios respecto al patrón habitual de nuestro entorno. El retraso previsto actualmente de la edad de jubilación contribuiría a aliviar la presión del envejecimiento demográfico, pero resultaría insuficiente para compensarlo si no va acompañado de mejoras en esos otros dos frentes, mercado laboral y productividad, algo que requeriría cambios estructurales intensos, bien diseñados y sostenidos en el tiempo.

 

Para ampliar esta información puede consultarse la monografía: El valor económico del capital humano en España y sus regiones. (Fundación BBVA, 2022).