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Cuarta conferencia del ciclo “Las artes y los confinamientos en los siglos XX y XXI”

Desde la dictadura de Primo de Rivera a la posguerra: López Mondéjar reivindica el poder de la fotografía documental “en tiempos difíciles”

“Tiempos difíciles”: así denomina Publio López Mondéjar a los 60 primeros años del siglo XX, marcados por dos dictaduras, la República, una guerra civil y los duros años de la posguerra. En su conferencia “Fotografía y testimonio” ha invitado a recorrer ese periodo de la mano de cuatro fotógrafos: Alfonso, Martín Santos Yubero, Luis Escobar y Virxilio Viéitez. Esta cuarta sesión del ciclo “Las artes y los confinamientos en los siglos XX y XXI” ha tenido lugar en la sede de la Real Academia de Bellas Artes el jueves 22 de septiembre.

22 septiembre, 2022

Conferencia

Fotografía y testimonio

22 de septiembre, 12:00 h.

El trabajo de dos fotógrafos en el epicentro de la actualidad -los reporteros Alfonso y Martín Santos Yubero- y dos retratistas de esa vida cotidiana y de provincias que no llegaba a los periódicos -Luis Escobar en Castilla-La Mancha y Virxilio Viéitez en Galicia- han servido a Publio López Mondéjar para “poner de relieve la importancia de la fotografía documental. Gracias a ella conocemos el tiempo pasado, los hechos históricos de este país, cómo eran nuestros abuelos, cómo eran los uniformes de los milicianos y los del ejército que se opuso a la República…”. Además, en su conferencia utiliza “imágenes de estos fotógrafos presentes en la Academia de Bellas Artes, que -más conocida por su pinacoteca y su calcografía- puede presumir también de una buena colección de la obra de estos cuatro autores”.

“Alfonso es, en realidad, una marca, creada por Alfonso Sánchez García (1880-1953), quien tuvo tres hijos que también se dedicaron a la fotografía. Uno de ellos llevaba su nombre: Alfonso Sánchez Portela, nacido en 1902”, explica López Mondéjar, que es uno de los primeros historiadores de la fotografía en España. “El padre comenzó a trabajar muy joven y se convirtió en retratista con un estudio -al que luego se sumarían sus hijos- en la calle Fuencarral que era muy visitado no solo por la clase alta, sino con un talante más democrático, por así decir: allí llegaban escritores, políticos, toreros y el público en general. Alfonso fue, además, el primer y único fotógrafo en plantilla de la prensa madrileña en los años 20”. Alfonso XIII de cacería, el multitudinario entierro en noviembre de 1912 del presidente del Consejo de Ministros, José Canalejas, Primo de Rivera como nuevo jefe de Gobierno, el gentío en la Puerta del Sol en la proclamación de la Segunda República, la celebración de la entrada de las tropas de Franco en Madrid… son algunas de sus imágenes más conocidas de un republicano convencido que “fue castigado, tras la contienda, sin carné de prensa, si bien su estudio se convirtió de nuevo en uno de los más populares de Madrid”, cuenta el estudioso y comisario de varias exposiciones.

Martín Santos Yubero (1903-1994) “fue exclusivamente fotógrafo de prensa”, señala López Mondéjar. “Y lo fue de modo completo. Su catálogo incluye cine, espectáculos, actualidad política, vida social… Trabajó en todas partes en los años previos a la República, durante la República y la Guerra Civil, sin contrato fijo: hizo fotografías para prácticamente todos los medios de la prensa”. La Nación, ABC, Diario de Madrid, Ya, Estampa o Luz son algunas de las cabeceras en las que Santos Yubero publica sus imágenes. El trabajo que desarrolla entre los años 1920 y 1974 se traduce en medio millón de imágenes. Se consolidó durante la II República pero se le encarceló justo después del golpe de Estado. Indalecio Prieto medió para su liberación y en la posguerra pasó a formar parte del diario Ya, “donde se convirtió en jefe de fotografía y creó un equipo que le sucedió a su jubilación en el año 74”, relata el ponente.

Escobar y Viéitez: cuando la fotografía popular se hace arte

Si Alfonso y Santos Yubero desarrollan su actividad en Madrid, “Luis Escobar, que nace y muere en la provincia de Albacete, es un fotógrafo absolutamente popular”, asevera el académico de Bellas Artes. “A partir de 1920, en primavera se subía a una mula, la diligencia o el autobús y se iba por los pueblos de La Manchuela (Albacete y Cuenca), por las ferias, retratando a todo el mundo. Es el fotógrafo popular que crea un archivo de todas “las gentes”: desde el obispo hasta las prostitutas del Alto de la Villa de Albacete. Su cámara capta esa otra vida, no oficial, no conocida”, que recoge en su periplo por más de cien localidades y vierte en miles de fotografías. “Albacete tuvo una honda significación republicana y la obra de Escobar fue publicada en medios de este signo. Esto le costó ser castigado posteriormente por las autoridades y en la posguerra encontró muchas dificultades para levantar cabeza”, indica el historiador.

Un poco posterior a Escobar, Alfonso y Santos Yubero -que nacen, respectivamente, en 1887, 1880 y 1903- es Virxilio Viéitez (1930-2008): “originario de Soutelo de Montes (Pontevedra), trabajó fundamentalmente en los años 50 y 60, retratando a la gente de su pueblo y de toda la comarca de Tierra de Montes”, sitúa López Mondéjar. Por su cámara desfilan retratos, actividades cotidianas y actos sociales (desde bautizos y comuniones a velatorios), casi siempre por encargo de los fotografiados. Y es que “Viéitez es una fotógrafo de los emigrantes: producía imágenes de las familias para consumo, como crónica visual, de quienes habían marchado a América. La señora que se hacía una foto con una radio en la puerta de su casa -una de las imágenes icónicas de Viéitez- era para enviársela a su hijo que estaba en Argentina. Su oficio tenía esa vertiente que, de algún modo, cubría las necesidades sentimentales y de imágenes de los gallegos: de los que habían tomado el camino del mar y de los que habían quedado en casa”.

Escobar y Viéitez tienen en común no solo su tipo de actividad, sino el haber atraído el interés de Henri Cartier-Bresson (1908-2004), considerado el padre del fotorreportaje. Como explica el conferenciante, “a Viéitez lo conoció en un certamen en Salamanca, vio su obra y dijo: ‘Esto es fotografía pura’. Y una vez que el maestro Cartier-Bresson ha dicho eso, Viéitez se convierte en un fotógrafo respetado y casi indispensable en la historia de la fotografía española”.

“La obra de Luis Escobar la conoció en una exposición en 1984 en Barcelona. Cartier-Bresson -que tenía muchas fotos de prostitutas de Sevilla, Alicante y Madrid- se quedó fascinado al ver unas fotos de prostitutas de Escobar. Recuerdo muy bien ese momento porque hizo lo posible por llevarse una imagen de Escobar y finalmente se llevó esa y otra que le regalamos”, evoca López Mondéjar.

Alfonso, Santos Yubero, Escobar y Viéitez fueron cuatro fotógrafos, concluye López Mondéjar, “comprometidos con la realidad social, que nunca sintieron la necesidad de maquillar la realidad y cuyas imágenes no solo son fragmentos de memoria sin impostura, sino que convierten en realidad lo que ya no existe pero constituía la forma de comunidad en momentos complejos y no tan lejanos”.