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España crecerá en 2015 por encima de las principales economías de la Eurozona, según el Informe EEAG 2015 de CESifo

España crecerá este año un 2 por ciento, el doble que el promedio de la Eurozona y el mayor crecimiento entre las cuatro economías más grandes -Alemania, Francia, Italia-, de acuerdo con el informe anual The EEAG Report on the European Economy elaborado por el Grupo Consultivo de Economía (EEAG por sus siglas en inglés) de CESifo, organización integrada por el Centro de Estudios Económicos de la Universidad de Munich (CES) y el Instituto Ifo de Investigación Económica de Alemania. Los autores del informe destacan que la economía española muestra para este año diversas señales muy alentadoras: una mejora de la confianza empresarial y del sector manufacturero, una recuperación del mercado inmobiliario, una renovada confianza de los consumidores y el incremento en la productividad. A su juicio, todos los sectores, a excepción del sector público, contribuirán al crecimiento del PIB. La recuperación de la economía permitiría asimismo que bajara el desempleo desde el 24,5 por ciento en 2014 al 23 por ciento, y se espera que la inflación abandone el terreno negativo y se sitúe en el cero por ciento.

9 marzo, 2015

El informe señala que la competitividad española está mejorando y además debiera recibir un impulso adicional gracias a la relativa debilidad del euro resultante, entre otros factores, de las últimas medidas de expansión monetaria (“quantitative easing”) adoptadas por el Banco Central Europeo.

La presentación del decimocuarto informe anual de EEAG para España ha tenido lugar un año más en la Fundación BBVA, con una exposición a cargo de Hans-Werner Sinn, presidente del CESifo y catedrático de Economía de la Universidad de Munich (Alemania), y de Akos Valentinyi, presidente del grupo EEAG y catedrático de Economía en Cardiff Business School (Reino Unido).

En referencia a la economía global, el informe destaca que seguirá creciendo en 2015, con Estados Unidos como una de las principales fuerzas motrices del crecimiento, y en menor medida las economías emergentes de Asia y Latinoamérica. El ritmo de expansión de la economía mundial continuará durante el año, aunque será más lento y heterogéneo. En concreto se espera que el PIB mundial crezca un 3,5 por ciento (3,3 por ciento en 2014), y el comercio recupere su dinamismo con un crecimiento del 4 por ciento (2,6 por ciento en 2014).

Una recuperación con interrogantes

La eurozona se recuperará en 2015, apoyada  principalmente por un menor precio del petróleo y un euro más depreciado. La débil recuperación económica estará avalada también por una política monetaria expansiva y por las reformas estructurales que han aplicado algunos países afectados por la crisis. Todo esto, junto con la relajación de los objetivos de política fiscal, “está sosteniendo el ciclo económico”.

En este escenario de crecimiento, el informe alerta sobre posibles riesgos que pueden desviar la recuperación. Algunos países miembros continúan teniendo graves problemas estructurales que frenan su desarrollo, aún hay sistemas bancarios que no están bien capitalizados, la deuda de las familias y las empresas permanece en niveles muy elevados, la competitividad internacional es relativamente baja y los mercados de bienes y el laboral aún no son suficientemente flexibles.

El informe señala también como riesgo para la estabilidad los elevados niveles de deuda pública y una nueva escalada del conflicto Ucrania-Rusia. Además advierten de que el resurgimiento de nuevas dudas acerca de la sostenibilidad de la deuda de otro país miembro podría conducir a una nueva escalada de la crisis del euro.

Destacan que las tensiones geopolíticas junto al problema griego están contrarrestando el estímulo monetario proporcionado por el Banco Central Europeo. Y que el progreso cosechado en los países afectados por la crisis en la mejora de su competitividad internacional, mediante una reducción de los niveles de precios relativos, seguirá a paso lento y se verá obstaculizado por brotes ocasionales de incertidumbre política.

Por todo ello, este año  se  espera un crecimiento de las economías de la UE y de la eurozona del 1,3 y del 0,9 por ciento, respectivamente. El desempleo en la UE se reducirá tres décimas hasta situarse en el 10,2  por ciento, mientras que en la eurozona se situará  en el  11,4 por ciento. Las inversiones y el consumo privado aumentarán levemente, mientras que la  baja inflación se mantendrá  estable tanto en la UE como la eurozona, en el 0,6 y 0,4 por ciento, respectivamente. Estas previsiones, advierten los autores, se mantendrán con el precio del barril de crudo Brent en torno a 60 dólares, con unos precios de los alimentos estables y un tipo de cambio euro/dólar constante.

El mayor crecimiento económico en la Unión Europea lo registrarán Polonia y Lituania (3 por ciento en ambos), seguidas por el Reino Unido (2,6 por ciento), Hungría  e Irlanda (2,5 por ciento). Mientras que Francia, Croacia, Finlandia, Austria, Bélgica, Portugal, Holanda, Suecia y Grecia registrarán un crecimiento por debajo del promedio de la UE del 1,3 por ciento. Las economías de Chipre e Italia son las únicas que tendrán un crecimiento negativo, con un 0,4 y 0,2 por ciento respectivamente, pese a que muestran una leve mejoría respecto a 2014.

Una Europa a muchas velocidades

El informe confirma que la brecha entre los distintos países de la UE seguirá siendo grande. La economía alemana, después de enfrentar una desaceleración el verano pasado, mantendrá en 2015 el impulso que logró hacia fines del año 2014, logrando un crecimiento promedio del 1,5 por ciento. Se espera que su tasa de desempleo disminuya levemente hasta el 4,9 por ciento y baje la inflación al 0,6 por ciento.

En lo que respecta a la economía francesa aún se espera una etapa de debilidad previa al inicio de la  recuperación. Esta última vendrá  promovida por una mejoría en la construcción y en la inversión. El crecimiento, sin embargo, se mantendrá en 2015 muy por debajo del promedio de la eurozona, con apenas un 0,4 por ciento. La tasa de inflación se situará en el 0,3 por ciento y subirá el desempleo al 10, 6 por ciento.

La economía británica registrará este año un fuerte crecimiento, impulsada principalmente por la demanda interna. El PIB crecerá un 2,6 por ciento, lo que le permitirá reducir la tasa de desempleo al 5,5 por ciento. La baja inflación, que se mantendrá en torno al 1,5 por ciento, probablemente impulsará a mediados de 2015 al Banco de Inglaterra a subir los tipos de interés.

Si bien se espera que Italia salga de la recesión durante 2015, ayudada por el comercio exterior, no logrará una tasa positiva de crecimiento para todo el año debido a sus problemas estructurales y políticos. Así, la economía italiana crecerá el -0,2 por ciento, con una inflación del 0,2 por ciento y un creciente desempleo, que pasará desde el 12,8 por ciento en 2014 al 13,6 por ciento este año.

La economía portuguesa alcanzará un crecimiento este año del 0,9 por ciento. Grecia, a su vez, podría crecer al 1,2  por ciento, aunque los autores señalan que este es un “pronóstico muy tentativo dada la incertidumbre causada por la falta de claridad respecto de la duración del programa de ayuda”. Irlanda continuará con una buena evolución en todos los frentes, esperándose un crecimiento económico del 2,5 por ciento, una inflación del 0,6 por ciento y una disminución de su tasa de desempleo desde el 11,4 por ciento en  2014 al 10,5 por ciento.

Todas las economías centroeuropeas y de Europa oriental registrarán un crecimiento positivo y reducirán su desempleo, impulsadas principalmente por la demanda interna, más que por su comercio exterior. El crecimiento, sin embargo, se verá bajo presión debido al débil crecimiento de la Eurozona, a las sanciones rusas contra la UE y al programa ruso de sustitución de importaciones. Polonia es uno de los principales países afectados, ya que la proporción de exportaciones a Rusia representaron un 8 por ciento del total en 2013; aun así, logrará un crecimiento de su PIB del 3 por ciento, el más alto de la UE, junto con Lituania. Los otros dos países Bálticos, Estonia y Letonia,  también mostrarán ambas un crecimiento relativamente fuerte, del 1,7 por ciento.

 Economías extraeuropeas

En Estados Unidos, la caída en los precios del petróleo y la mejoría de su mercado laboral impulsarán el consumo privado, contribuyendo a que se acelere el crecimiento de la economía al 3,2 por ciento este año (2,4 por ciento en 2014). El desempleo continuará reduciéndose de forma sustancial, del 6,2 por ciento en 2014 al 5,5 por ciento este año. El déficit presupuestario, a su vez, mejorará muy levemente hasta el 2,5 por ciento del PIB, mientras que la inflación bajará del 1,7 por ciento al 1,1 por ciento, ayudada por la bajada en los precios de la energía y la fortaleza del dólar.

El ritmo de crecimiento de la economía China irá perdiendo dinamismo este año. La inversión en activos fijos se ha estado retrayendo, en especial en la construcción. Pese a que se anticipa un fortalecimiento del consumo, y aún restan por verse los efectos de su política fiscal, este año se espera que la economía china crezca un  7,1 por ciento (7,5 por ciento en 2014). La inflación debiera mantenerse alrededor del 2  por ciento, frente al 2,8 por ciento del año anterior.

En Japón se espera que el ritmo de crecimiento permanezca bajo en este año. La bajada de los ingresos en los hogares afectará al consumo; continuarán estancadas las inversiones empresariales ante las débiles reformas del Gobierno y la política fiscal se tornará más restrictiva en el curso del año. Con todo, el país asiático logrará un crecimiento del 0,8 por ciento en 2015, mejorando en 0,3 puntos frente al año anterior. La inflación se reducirá desde el 2,8 por ciento en 2014 hasta el 2,0 por ciento este año.

Una variedad de indicadores sugieren que el ritmo de crecimiento de la economía de la India ha continuado su aceleración durante los últimos meses. Una fuerte demanda interna, un aumento en la confianza empresarial y un mayor gasto público en infraestructuras contribuirán a fortalecer las inversiones y el consumo y llevarán a un crecimiento del PIB del 7,1 por ciento durante año.

El PIB de América Latina (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Venezuela) experimentará una cierta recuperación, aunque dos de sus mayores economías ­-Brasil y Argentina-, se mantendrán muy por debajo de los niveles alcanzados en años anteriores. La economía venezolana, afectada por la bajada de los precios del petróleo y por una mala gestión económica, estará en recesión. México y Colombia continuarán mostrando el mejor nivel de crecimiento, al igual que lo hicieron el año pasado. En términos generales, se espera que la tasa de crecimiento de la región alcance el  2 por ciento en 2015, comparado con el 0,9 por ciento en 2014.

Por último, Rusia entrará este año en recesión, con menores ingresos en moneda extranjera y una tasa de inflación más alta. Se prevé que su economía siga con la fuga de capitales ejerciendo presión a la baja sobre el rublo.

La disparidad regional

La premisa original del mercado común europeo era que la integración económica traería prosperidad, se reducirían las diferencias de renta entre los estados miembros y dentro de las regiones, y mejoraría la cohesión social y política. Sin embargo, siete años después del inicio de la crisis, las divergencias económicas han aumentado, las fuerzas de la integración económica parecen ser más débiles y la cohesión social también parece estar deteriorándose, señala el informe.

Mediante el análisis de la evolución de la productividad laboral (medida en términos de  PIB por empleado) y del desempleo, los autores muestran que las disparidades regionales se redujeron antes de la crisis de la zona euro, para luego volver a aumentar durante la misma. Asimismo, demuestran que dentro de los propios países las divergencias cambiaron relativamente poco, debiéndose su evolución más a los cambios registrados entre unos países y otros y, en menor medida, a los habidos entre las regiones de esos mismos países. “Esto sugiere que lo que quiera que aportase la política de cohesión de la UE al proceso de convergencia, los factores específicos de cada país, incluidas las políticas, desempeñaron una función más importante”.

Desde su punto de vista, esta evolución de las disparidades antes y después de la crisis sugiere que “factores específicos de cada país como las expectativas optimistas sobre la convergencia, las reformas económicas nacionales y la gestión local de la crisis, han sido decisivos en la conformación de las divergencias regionales”. Para ellos, la falta de coordinación en la elección de políticas invirtió la convergencia regional de las regiones de Europa, primero en términos de productividad laboral algunos años antes de la crisis y, segundo, en términos de tasas de desempleo tras su estallido. Esto, señalan, “subraya la importancia que tiene el que se coordinen las políticas también en asuntos como el mercado laboral”.

Un mercado energético único           

El informe entra a analizar uno de los grandes debates económicos de la última década, y que en los últimos tiempos ha cobrado un papel mucho más importante dentro del discurso europeo: el establecimiento de un mercado único energético en la Unión Europea.

Los autores sostienen que “la política energética dentro de los estados miembros de la UE está mal coordinada”, y que en la actualidad “el argumento a favor de establecer una unión energética es más sólido incluso que el que en su momento se postuló para establecer una unión monetaria en las décadas de 1980 y 1990”. Señalan además que la actual falta de un mercado común representa importantes desventajas para los países de la UE”.

A su juicio, la dificultad de formular una política energética de futuro surge de la complejidad de comparar distintos tipos de riesgo y de extraer adecuadas enseñanzas políticas. En este sentido señalan al menos cuatro percepciones de los riesgos que tienden a ser vistas de forma diferente según el país: el riesgo de un incremento de las emisiones de CO2 causantes del cambio climático; los riesgos de un desastre nuclear; las amenazas de un corte del suministro de la energía importada (gas y petróleo) y la posibilidad de que se produzca un fallo de la red.

“Cuanto mayor sea la diversidad del suministro y cuantas más alternativas de mercado haya (lo que incluye distintas formas de energía), mejor resistirá la economía energética ante los acontecimientos imprevistos”, subrayan. Para que estas ventajas se materialicen, sin embargo, “se necesita que la interconectividad de los mercados energéticos nacionales mejore drásticamente y haya una armonización de las políticas normativas en torno a las distintas fuentes de energía en toda Europa”.

Para llevar a buen término esta unión energética europea los autores abogan básicamente por crear un mercado común que no discrimine a los proveedores de diferentes países. Este debe incluir el principio de precio único al por mayor, según el cual estiman mejorará la eficiencia y la seguridad de los suministros y que se puede lograr mediante redes de energía mejoradas y mejor interconectadas.

Con el objetivo de garantizar una estabilidad mutua, los economistas recomiendan que las políticas nacionales energéticas estén bajo control de Europa, y que ésta tenga  también capacidad de establecer sanciones. Proponen, además, eliminar las tarifas fijas garantizadas de suministro para los productores de electricidad generada de fuentes renovables, las que alegan “son incompatibles con una estrategia energética pan-europea”.  Asimismo, están a favor de impulsar un compromiso con la flexibilidad de precios en los mercados de energía siguiendo el principio de desagregación de servicios, el cual implicaría separar los proveedores de los productores  de energía y de los distribuidores. Por último, señalan la necesidad de estimular  la inversión pública en mejorar la conectividad de las redes energéticas.

Migración

En los últimos años la migración dentro de la UE se ha convertido en uno de los temas que más preocupa a los gobiernos de la región. La ampliación de la UE, que ha significado la entrada de más de cien millones de personas procedentes de los países del este europeo, y la más reciente entrada de Bulgaria y Rumania están siendo una fuente  de tensiones.

Aunque la inmigración procedente de fuera de la UE está más restringida en cuanto al número y el tipo de inmigrante que se admite, la libre circulación europea provoca una migración de jóvenes sin cualificación y con salarios bajos hacia los estados miembros del norte donde la redistribución es más generosa.

La migración tiene ganadores y perdedores. Para los autores los emigrantes son unos claros ganadores, así como algunos sectores de las economías receptoras, mientras que los grupos de trabajadores que compiten con los emigrantes por un trabajo son perdedores. Los efectos de la migración son evidentes en el mercado laboral y de la vivienda, en los impuestos y en el gasto público. “Lo que hace que la migración sea un tema controvertido es que las pérdidas que causa tienen efectos inmediatos y visibles: la gente puede ver los trabajos que consiguen los migrantes, las casas que habitan o las nuevas tiendas que abren”. Sin embargo, los beneficios, como por ejemplo cómo se adapta el mercado laboral para producir más empleos o cómo crece la oferta de viviendas para satisfacer la demanda, son más lentos en aparecer y menos evidentes. Aún menos visible, señalan, es “el efecto de bajar la tasa de dependencia y aliviar el problema de las pensiones”.

Bajo su punto de vista, los mercados laborales pueden absorber mejor de lo que generalmente se cree los flujos de migrantes sin que se constaten grandes cambios en las cifras de desempleo y en los salarios. Aunque a corto plazo reconocen que la inmigración de baja cualificación provoca una bajada de los salarios y un ascenso del desempleo de los trabajadores autóctonos mal cualificados, los niveles se vuelven a normalizar con bastante rapidez. Si bien señalan que la absorción es más lenta en un contexto de recesión.

El informe pone también el foco en los países emisores de emigrantes como Irlanda, España, Grecia, Chipre o Portugal que han registrado salidas significativas desde 2009. En este sentido, y basándose en la experiencia de Polonia, donde los flujos de migración registrados entre 2004 y 2008 se invirtieron cuando mejoraron las perspectivas económicas, sugieren que el problema que puede suponer la existencia de un nivel alto de migración puede ser temporal. Los autores alertan de la transformación demográfica a la que se enfrenta Europa en los próximos 50 años: habrá una mayor tasa de dependencia por vejez y se reducirán las poblaciones. “Es probable que la emigración interna alivie este problema, señalan, pero también la migración de fuera de Europa es crucial, ya que la migración interna solo significaría una redistribución de la población, pero no compensaría la caída”.

Para mitigar los posibles conflictos generados por la migración los autores proponen una serie de recomendaciones, como reforzar la seguridad social. Esto supondría que haya más prestaciones que dependan de las contribuciones, que se adopten criterios estrictos para percibir las prestaciones y que se apliquen otras políticas activas del mercado laboral para ayudar a que los más necesitados y los desempleados puedan acceder a un puesto de trabajo. Para la percepción de las prestaciones abogan por introducir el principio de país de origen que sustituya al actual principio de residencia, conforme el cual las personas percibirían las prestaciones a los niveles que proporcionen los países en los que se obtuvo el derecho a percibirlas. Asimismo sugieren fomentar el desarrollo económico de los países con menos recursos por medio de fondos estructurales e incentivos para que apliquen reformas institucionales.

Para acceder al informe completo, por favor siga estos vínculos:

http://www.fbbva.es/ o http://www.cesifo.org/eeag