Encuentros PortalCLÍNIC: colaboración Hospital Clínic y Fundación BBVA

“Hablarlo es prevenirlo”: Íria Grande, psiquiatra, y Anna Lara, superviviente, conversan sobre el suicidio

¿Cuáles son los signos y síntomas más comunes de la depresión? ¿Cómo puede alguien diferenciar entre una tristeza pasajera y una depresión clínica? ¿Qué recursos están disponibles para las personas que necesitan ayuda inmediata? ¿Cuáles son los mitos y las señales de alarma del suicidio? 

En el último encuentro digital de PortalCLÍNIC y la Fundación BBVA, la doctora Íria Grande, psiquiatra del Hospital Clínic de Barcelona, y Anna Lara, superviviente y terapeuta de la asociación DSAS (Després del Suïcidi – Associació de Supervivents), entablan una conversación para romper el tabú del suicidio y dar pautas a las personas afectadas.

10 septiembre, 2025

Grande comienza indicando que existe un vínculo entre el suicidio y los trastornos mentales, pero que muchas de las personas mueren sin haber sido diagnosticadas previamente. Diferencia los distintos perfiles de las personas que se suicidan: “Está la gente que sufre un trastorno depresivo, que es lo más común; luego la que tiene otro tipo de trastornos mentales, como el bipolar; y por último la que sufre un caso de impulsividad”.

Aunque los síntomas son los mismos entre mujeres y hombres, la psiquiatra ha constatado una diferencia entre ambos a la hora de expresar ese sufrimiento: “La mujeres suelen compartir más su sufrimiento, mientras que los hombres, quizá por presión social, piensan que deben aguantar y no expresar sus debilidades, así que suelen buscar vías de escape a través del consumo de sustancias como el alcohol”. También existe una diferencia, explica, según la edad: “Una persona de 50 años no hará una llamada de ayuda por TikTok, pero puede que sí que lo haga un adolescente”. 

Anna Lara, que perdió a su hermano hace 12 años por suicidio, corrobora que en su casa no tenían constancia de la gravedad del trastorno que padecía y no sabían qué tenían que detectar. Ahora, divulga las señales de alerta que se pueden percibir en personas que están pensando en suicidarse: “Las más fáciles de entender son las señales verbales, cuando alguien te dice: ‘No sé qué hago aquí, algún día haré una tontería, yo quiero morirme’. Es importante darles el peso que ellas se merecen, aunque luego no sea nada, y preguntarle a esa persona: ‘¿De verdad estás pensando esto?”

Además, apunta Lara, están las señales que no son tan obvias: “Personas que tienen un cambio brusco de actitud, que se encierran en sí mismas, o están más calladas. También puede haber un cambio físico en un momento dado, un adelgazamiento o al revés. E incluso hay personas que regalan sus pertenencias más preciadas o dejan sus papeles arreglados”. El último fin de semana que pasó con su hermano, cuenta la voluntaria de DSAS, a él le costó levantarse, y ella lo achacó a que la noche anterior habían cenado tarde, pero ahora lo interpreta como una de esas posibles señales silenciosas.

Ambas coinciden en que desde la pandemia se ha avanzado mucho a la hora de tratar el suicidio tanto en los medios de comunicación como en los entornos privados. Lara expone que muchas personas que llegan a su asociación tienen la necesidad de hablar del tema, que era tabú hasta hace poco: “Hasta 1983 la Iglesia Católica prohibía enterrar a una persona que se hubiera suicidado en un cementerio de su credo. Así que las familias lo callaban, se tapaba, se decía que la persona había muerto de un infarto y que allí no había pasado nada. Se convivía con este duelo que no se podía expresar”.

La doctora añade que se ha mejorado la forma de tratar el suicidio en los medios de comunicación: “Quizá se deba a que se ha convertido en la primera causa de muerte entre los jóvenes de entre 18 y 35 años, pero ya no hablamos del suicidio como antes. En los años noventa, la forma en la que se difundió la muerte de Kurt Cobain no fue ideal y tuvo repercusiones sociales. Hemos evolucionado mucho, por ejemplo, con el reciente caso de Verónica Forqué. Hablarlo es prevenirlo”.

Las dos inciden en el poder del lenguaje, tanto a la hora de prevenir como de sanar el duelo. Pronunciar la palabra “suicidio” para acabar de romper con cualquier tabú es, sostienen, esencial para desmitificarlo.