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La nanomedicina, más cerca de la clínica

XIX Escuela Nicolás Cabrera sobre investigación y aplicaciones de las nanopartículas en biomedicina, con la colaboración de la Fundación BBVA

16 julio, 2012

La nanotecnología, que se basa en el control de la materia a escala de millonésimas de milímetro –nanómetro-, ofrece a la medicina aplicaciones potenciales propias de la ciencia ficción, y de las que se habla ya desde el inicio del área, a principios de siglo. Tras años de investigación, los primeros ejemplos de usos médicos de la nanotecnología, en concreto de las nanopartículas, empiezan a ensayarse en la clínica. Estos y otros resultados de investigación se presentarán durante la próxima semana en la XIX escuela de verano del Instituto de Física de los Materiales “Nicolás Cabrera” de la Universidad Autónoma de Madrid, que se celebra entre el 16 y el 20 de julio en la Residencia de la Cristalera (Miraflores de la Sierra, Madrid) con la colaboración de la Fundación BBVA.

“El papel que juega la nanotecnología en la biología y la medicina cada día es más importante”, explica Daniel Jaque, de la Universidad Autónoma de Madrid y director de esta Escuela Internacional de Verano sobre Nanopartículas Fluorescentes en Biomedicina. “Durante los últimos años las nanopartículas se han revelado como unas herramientas increíblemente poderosas para la detección, diagnosis y tratamiento de diferentes enfermedades”.

El curso reúne a los principales expertos internacionales, procedentes de una decena de países, en distintos tipos y aplicaciones de nanopartículas. Los 60 alumnos de 16 países –entre ellos India o Irán, además de Brasil, Estados Unidos y Europa-, han sido en su mayoría becados.

La versatilidad de las nanopartículas, del todo invisibles al ojo humano, reside en que sus propiedades y posibles aplicaciones varían enormemente no sólo en función de su composición química sino de su geometría, lo que influye, por ejemplo, en cómo reaccionan ante distintos tipos de luz-; de su cobertura; y de los compuestos que pueden transportar en su interior, como fármacos.

Así, las nanopartículas metálicas magnéticas, por ejemplo, pueden ser guiadas desde el exterior hasta la zona del organismo donde deben actuar, y también pueden ser calentadas y usadas para quemar tejidos específicos. También es posible recubrir las partículas de moléculas que les confieren especificidad -anticuerpos o azúcares-, y que hacen que las nanopartículas se adhieran al objetivo deseado, como un determinado tejido o un tumor.

Una vez en su destino las nanopartículas, convertidas en ‘balas mágicas’ que actúan sólo donde son necesarias y minimizan por tanto los efectos secundarios, liberan su carga farmácológica. Pero también pueden tener una función de detección: recubiertas con las moléculas adecuadas se convierten en nanosensores que cuando se enganchan con el compuesto que se busca emiten una señal.