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En la próxima década el mercado de trabajo dejará fuera a los jóvenes con formación baja y concentrará las oportunidades en los más cualificados

Durante la próxima década las oportunidades laborales para los jóvenes españoles mejorarán debido al amplio relevo generacional que tendrá lugar y que puede reforzarse con creación de empleo neto si el crecimiento se consolida. Las probabilidades de empleo se concentrarán en los jóvenes más cualificados -por su nivel formal de estudios y de competencias efectivamente adquiridas-, mientras que los niveles formativos más bajos quedarán fuera del mercado de trabajo, acentuándose sobre esta base las desigualdades laborales observadas durante la crisis.

4 marzo, 2015

Sin iniciativas públicas y privadas mucho más potentes que las actuales para mejorar la empleabilidad de los jóvenes escasamente cualificados, sus riesgos de exclusión laboral  son elevados, según recoge el informe de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) La formación y el empleo de los jóvenes españoles. Trayectoria reciente y escenarios futuros. Elaborado por los investigadores del Ivie Lorenzo Serrano y Ángel Soler, ambos profesores de la Universitat de València, el estudio analiza en profundidad los problemas laborales de los jóvenes de 16 a 34 años durante las tres últimas crisis, el papel de la formación en su resolución y las perspectivas de empleo para la próxima década.

Ventajas laborales de la formación

Los jóvenes con estudios postobligatorios (desde bachillerato y formación profesional hasta universitarios) tienen una probabilidad mayor de estar ocupados. Su ventaja frente a jóvenes con estudios primarios o secundarios obligatorios es de 10,7 puntos porcentuales para los que cuentan con un ciclo formativo profesional de grado superior y de 12,9 puntos porcentuales para los universitarios (gráfico 1). Ahora bien, además de los años de formación importan mucho las competencias entendidas como destrezas y conocimientos efectivamente adquiridos: un buen aprovechamiento educativo aumenta la probabilidad de inserción laboral en otros 13 puntos porcentuales adicionales, tanto como poseer estudios superiores.

La relevancia de la calidad de la formación para la empleabilidad se acentuará durante la próxima década, un periodo en el que las oportunidades de empleo se concentrarán mucho en los más cualificados: apenas habrá trabajo para quienes solo completen la educación obligatoria (un 2,2%); en cambio, algo más de la mitad de las ofertas (58,4%) serán para quienes tengan educación superior, universitaria o profesional.

Gráfico 1. Diferencias en la probabilidad de estar ocupado de los jóvenes españoles de 16 a 34 años. 2012. Puntos porcentuales

Nota 1: Individuo de referencia: joven de sexo masculino, español,  sin pareja y sin hijos, cuyo máximo nivel de estudios es primarios. En color más claro, valores no significativos, esto es que con criterios estadísticos pueden considerarse igual a cero.

Nota 2: Competencias: habilidades cognitivas y relacionadas con el mundo del trabajo necesarias para que los individuos participen con éxito en la sociedad y la economía prospere. El efecto estimado de las competencias corresponde a un cambio de 100 puntos en la escala PIAAC (0-500 puntos).

Nota 3: Secundarios postobligatorios: bachillerato y ciclo formativo de grado medio

Fuente: PIAAC, OCDE y elaboración propia

El aprovechamiento de las oportunidades laborales que se presentarán a los jóvenes en la próxima década requiere un mayor esfuerzo en la formación de estos y de sus familias, y un mejor funcionamiento de la enseñanza desde los niveles más básicos. Reducir el fracaso escolar y aumentar las competencias adquiridas, son las vías para lograr que España abandone la cola de las comparaciones internacionales en este ámbito.

Relevancia de las competencias

España se diferencia de muchos países de la OCDE por tener porcentajes altos de jóvenes en los niveles bajos de competencias y porcentajes bajos en los niveles de competencias elevados. Incluso entre los jóvenes con estudios superiores escasea el nivel competencial más alto: solo alcanza un 5%, frente al 14,7% promedio de la OCDE. Estos pobres resultados educativos son preocupantes tras los esfuerzos realizados para facilitar el acceso a la educación y que apenas dejan margen de mejora para aumentar la cantidad de años de estudio.

El informe señala que deben reducirse las todavía elevadas tasas de abandono temprano de las enseñanzas, un objetivo al que pueden contribuir el impulso a los estudios de formación profesional y la más pronta orientación curricular de los alumnos. Pero los autores destacan que el mayor esfuerzo ha de hacerse en mejorar la calidad y los resultados del aprendizaje. Para explicar por qué las competencias efectivamente adquiridas por los jóvenes de 16 a 24 años se sitúan 16,2 puntos por debajo de la media de la OCDE, es clave prestar atención a la calidad de la educación.

La empleabilidad y el tipo de ocupación dependen de las competencias y no solo de tener un diploma. Así, una parte importante de la sobrecualificación de los universitarios es aparente porque en bastantes casos sus competencias son menores de las que deberían poseer por su nivel de estudios: uno de cada dos jóvenes teóricamente sobrecualificados -ocupados en puestos que no requieren estudios superiores- tienen un nivel bajo o medio-bajo de competencias; en cambio, quienes poseen el nivel más alto de competencias ocupan puestos de trabajo adecuados y apenas padecen sobrecualificación (gráfico 2).


Fuente: OCDE y elaboración propia

Gráfico 2. Distribución de los sobrecualificados universitarios según nivel de competencias en matemáticas. Menores de 35 años. España. 2012

Los bajos resultados en competencias se aprecian ya en la educación obligatoria, según reflejan los informes PISA, que incluyen a jóvenes de 15 años. Las carencias se deben a deficiencias en la preparación que ofrece el sistema educativo en todos sus niveles, empezando por el preescolar, muy importante porque en él deben establecerse los fundamentos del aprendizaje.

Según señala el informe de la Fundación BBVA y el Ivie, el desajuste entre nivel educativo y competencias que padecen muchos jóvenes españoles cuando abandonan el sistema educativo puede y debe intentar corregirse también mediante la formación continua. Pero en este ámbito existen debilidades en la oferta existente y se requieren cambios decididos, en varias direcciones: de toma de conciencia de los jóvenes y las familias, pues su esfuerzo es imprescindible para solucionar los problemas; también de las empresas, que han de ser más sensibles al problema y  jugar un papel más activo; y del sector público, que ha de desarrollar políticas ambiciosas para reducir la magnitud del problema del medio millón de jóvenes de 18 a 24 años que buscan trabajo sin éxito pero que no reciben formación para  poder conseguirlo.

La importancia de ofrecer formación a los parados, sobre todo a los menos preparados, es uno de los aspectos más destacados por el estudio. El desempleo representa una pérdida de oportunidades de adquirir capital humano en el puesto de trabajo y a través de la experiencia laboral; además, en el paro las competencias de los desocupados se van quedando obsoletas. Ambos riesgos se deben combatir ofreciendo a los jóvenes parados formación dual –la que combina la vuelta a las aulas y las prácticas en empresas-, mediante políticas activas de empleo más ambiciosas que las actuales, que incluyan el asesoramiento personalizado a los desempleados.

Respuestas activas y pasivas a la crisis del empleo

Continuar la formación, buscar oportunidades de empleo en otros lugares y emprender son las tres vías por las que los jóvenes españoles han respondido más activamente a la crisis. En todas ellas la formación actúa como una palanca que impulsa este tipo de respuestas: los titulados superiores –universitarios y de formación profesional- continúan formándose en mayor proporción, están más abiertos a la movilidad y tienen tasas de actividad emprendedoras más elevadas. Entre los jóvenes más formados, las tasas de actividad emprendedora actuales ya han recuperado los niveles de 2005 y, gracias a su preparación, es menos probable el abandono de la actividad una vez iniciada.

Los autores analizan también las respuestas pasivas frente al desempleo y señalan que entre los jóvenes que ni estudian ni trabajan son una minoría los que no buscan empleo. Representan el 7% de las personas de 18 a 24 años, pero si se excluyen los que perciben prestaciones por incapacidad o prejubilación, realizan trabajo de voluntariado o labores del hogar, el porcentaje se reduce al 1,5%, unos 50.000 jóvenes. Mucho más preocupante es la situación de los ni-ni que buscan trabajo y no lo encuentran, y en especial el hecho de que más del 60% de ellos carece de estudios postobligatorios y, sin embargo, no realiza ningún tipo de formación (más de 300.000 jóvenes menores de 25 años).

Tendencias en el futuro: más oportunidades en la próxima década

En la próxima década los jóvenes españoles van a tener más oportunidades de trabajo por una cuestión demográfica,  al combinarse un importante relevo generacional con una disminución importante del número de personas menores de 35 años. La elevada cifra de jubilaciones hará que los puestos de trabajo a cubrir (8,9 millones en el escenario base) superen con mucho el empleo neto creado (1,2 millones), como muestra el gráfico 3.


Fuente: Centro Europeo para el desarrollo de la Formación Profesional (CEDEFOP)Gráfico 3. Oportunidades de empleo previstas por nivel de estudios. 2013-2025. Escenario base. Miles de personas

En el horizonte 2013-2025, las previsiones de puestos de trabajo a cubrir (tanto por creación neta de empleo como por jubilaciones) van de 7,2 millones en el escenario pesimista a 9,7 en el optimista, pasando por 8,9 en el escenario base. En 2014 la creación neta de empleo ha doblado la previsión media anual optimista y, de mantenerse esa tendencia, habría que añadir 1,2 millones adicionales de oportunidades laborales durante la próxima década, situándose el total de oportunidades en 10,9 millones.

Esos nuevos puestos de trabajo corresponderán en gran medida a ocupaciones que exigen más formación, de modo que la mayor parte de las oportunidades (alrededor del 60% del total de cada uno de los escenarios) corresponderán a jóvenes con estudios superiores.  En cambio, apenas habrá oportunidades para quienes carezcan de formación postobligatoria, llegándose incluso a destruir empleo neto de este tipo en el escenario pesimista.

 

Gráfico 4. Distribución de las oportunidades de empleo previstas por nivel estudios. 2013-2025. Porcentaje

Fuente: CEDEFOP

El aumento neto del empleo se va a concentrar en los puestos de trabajo que exigen mayor cualificación (directores y gerentes, técnicos y profesionales científicos e intelectuales, o técnicos y profesionales de apoyo) que, en gran medida, responden a las características de los titulados con estudios universitarios o formación profesional superior. La previsión es que el 73% del empleo neto creado sea de este tipo, a pesar de que los ajustes derivados del control del déficit público pueden afectar al empleo de los profesionales de la sanidad y la educación. Entre las ocupaciones que más aumentarían destacan los técnicos y profesionales de apoyo, con un  crecimiento medio anual del 2,6% y absoluto de hasta 779.000 empleos. También se esperan aumentos netos en los empleos administrativos (145.000), especialmente los orientados al trato con clientes (con un incremento de 395.000), mientras los puramente administrativos descenderán (-250.000) debido a la creciente automatización de esas tareas.

 

 

 

 

 

Por sectores de actividad, se prevé una terciarización adicional del empleo,  con un peso progresivamente mayor de los servicios privados. La evolución de la industria y la construcción estará más condicionada por la situación cíclica, mientras que, previsiblemente, continuará la tendencia a la reducción del empleo del sector primario y  el sector público. En sanidad y educación las previsiones de creación de empleo son negativas, pero se corresponden con un escenario de graves dificultades financieras de las administraciones públicas españolas, por lo que la situación podría cambiar sustancialmente de aquí a 2025.