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Mesa redonda con la colaboración de la Fundación BBVA

Las matemáticas de la pandemia, a debate en la tercera edición del congreso BYMAT

MÓNICA G. SALOMONE

¿Qué papel han tenido las matemáticas en el esfuerzo científico contra la pandemia de COVID-19? ¿Se han comunicado adecuadamente los datos de la pandemia a la sociedad? Estas son las principales preguntas que se abordaron en una mesa redonda celebrada en la jornada inaugural de la tercera edición del congreso BYMAT, con la colaboración de la Fundación BBVA. En el encuentro participaron los investigadores David Gómez-Ullate, beneficiario de una Beca Leonardo en Ciencias Básicas, y Clara Prats; el matemático y divulgador Santiago García-Cremades; y la periodista científica de la agencia SINC Adeline Marcos.

2 diciembre, 2020

Curvas que aplanar, tasas de contagio, índice de letalidad… Con la COVID-19 empezó para los matemáticos un periodo de actividad frenética, en un esfuerzo por aplicar el poder de las matemáticas a la gestión de la pandemia. En España, decenas de matemáticos trabajaron bajo presión y sin descanso para modelizar la evolución de la pandemia, estimar el número de contagiados o determinar número de camas de UCI necesarias. ¿Han superado las matemáticas esta ‘prueba de estrés’ social?

En la mesa redonda -moderada por Pablo Jáuregui, director de comunicación científica de la Fundación BBVA-, los investigadores Gómez-Ullate y Prats hicieron balance de esta experiencia, mientras García-Cremades y Marcos compartieron los retos a los que se han enfrentado en un contexto de alerta sanitaria en el que los gráficos y las estadísticas han adquirido un protagonismo mediático sin precedentes.

Con el mensaje de partida del encuentro, el acuerdo fue pleno: sin duda, la pandemia ha puesto las matemáticas en el centro de la conversación. Los investigadores españoles en este campo, coordinados por el Comité Español de Matemáticas, empezaron a desarrollar modelos y “a trabajar a un ritmo intenso para tratar de buscar respuestas a las preguntas que se nos planteaban”, explicó Gómez-Ullate, de la Universidad de Cádiz, que ha colaborado con la Junta de Andalucía.

Falta de datos e incertidumbre

La física Clara Prats, del grupo de Biología Computacional y Sistemas Complejos de la Universitat Politecnica de Catalunya, que ha asesorado al gobierno catalán, coincidió en que “nuestra manera de trabajar cambió radicalmente, se nos pedía respuestas rápidas, de emergencia, que sirvieran para tomar decisiones, algo muy distinto a analizar con calma todos los elementos y decir solo aquello de lo que estás seguro”.

Y ahí apareció uno de los primeros y grandes obstáculos: la falta de datos. “Fue dificilísimo obtener los que necesitábamos” para alimentar los modelos, reconoció Gómez-Ullate. Sobre la gestión médica de los pacientes, y sobre la propia enfermedad. “Tropezamos con una gran falta de conocimiento”, coincidió Prats, “y uno de los problemas fue explicar que nosotros no tenemos una bola de cristal, que simplemente hay cosas que no podemos saber aún porque nos falta información”.

La palabra clave, coincidieron los participantes en el encuentro, es incertidumbre. ¿Podían los científicos ofrecer asesoramiento útil a pesar de ella? ¿Cómo explicar al público que los investigadores trabajaban en condiciones lejos de ser ideales y que a sus conclusiones, por tanto, debía añadirse un margen de error? Santi García-Cremades, matemático en la Universidad de Murcia y divulgador en programas de radio y televisión, detectó una gran “necesidad de más educación matemática” para la sociedad en general.

El reto de informar con rigor sobre la pandemia

Adeline Marcos, periodista de la Agencia SINC, coincidió en la importancia de transmitir al público “sentido crítico”, indispensable a la hora de interpretar las noticias sobre la pandemia en los medios. Recordó además que el problema de la falta de datos afectaba también a los periodistas, a menudo obligados a elaborar sus textos con información parcial: “Ha sido muy difícil informar de la pandemia”, admitió.

Con estos retos, el trabajo periodístico riguroso era sin duda más lento que la competencia. Y la competencia, en este caso, ha sido un aluvión de noticias falsas, a veces sin contrastar y otras deliberadamente erróneas, que han constituido lo que la propia Organización Mundial de la Salud ha llamado infodemia. Marcos defendió la importancia de informar “con responsabilidad”, en especial en una gran crisis de salud, aunque ello implicara “no publicar rápidamente lo más impactante, sino dedicar más tiempo a contrastar y buscar más fuentes de información”.

Estas duras experiencias de la primera ola están sirviendo para afrontar la segunda, ahora que está claro que la pandemia es una carrera de fondo. Es cierto que “la gente está muy cansada de oír hablar de curvas e índices”, reconoció Prats, pero también que ahora los expertos sí tienen un mejor acceso a datos.

De lo aprendido, Gómez-Ullate resaltó “un mensaje de humildad”: “Las matemáticas no tienen la respuesta a todo; deben proporcionar la información, pero los epidemiólogos, los gobernantes, deben tomar decisiones atendiendo también a otras variables”. Prats coincidió plenamente con su colega: hay un impredecible “factor humano” que no es fácil trasladar a modelos matemáticos. La pandemia dará, sin duda, muchas oportunidades para seguir aprendiendo y así poder afrontar mejor futuras alertas sanitarias.