López-Otín explica en la Fundación BBVA cómo las nuevas técnicas genómicas revolucionan ya el estudio del cáncer y del envejecimiento
El primer genoma de un tumor se secuenció hace sólo tres años. Ahora hay ya varios miles de cánceres secuenciados, e investigadores de todo el mundo se han marcado el objetivo de llegar a los 25.000 genomas, de 50 tipos de cáncer, en los próximos años. Uno de sus líderes es Carlos López-Otín, catedrático de Biología Molecular de la Universidad de Oviedo. Sus trabajos ya han permitido avances en esta línea. López-Otín coordina con Elías Campo, del Hospital Clínico de Barcelona, el proyecto del genoma de la forma más común de leucemia, la leucemia linfática crónica, que ha sido el primero, dentro del Consorcio Internacional del Genoma del Cáncer, en publicar resultados.
4 septiembre, 2012
Pero la tecnología que por primera vez permite analizar genomas también sirve para dar con genes implicados en enfermedades poco comunes pero con un enorme impacto vital en las familias afectadas.
Su grupo ha desarrollado un tratamiento actualmente en ensayo clínico contra una clase de progeria. Pero los investigadores han descrito y hallado además la causa genética de otra forma de esta enfermedad, el ya bautizado oficialmente Síndrome de Néstor y Guillermo en referencia a los dos únicos pacientes en el mundo que por ahora se sabe que la padecen.
López Otín presentará sus resultados en estas tres áreas en la conferencia plenaria Alberto Sols-Fundación BBVA, que pronunciará en el congreso de la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular (SEBBM), el 7 de septiembre. Esta reunión congregará en Sevilla a más de 2.000 investigadores de todo el mundo, entre ellos seis premios Nobel.
Esta actividad responde al compromiso que la Fundación BBVA tiene con la investigación biomédica y en el marco de la colaboración con SEBBM, iniciado en 2003.
Los genomas completos dan otra visión del cáncer
El trabajo de análisis del genoma de la leucemia linfática crónica puede tener gran impacto para la salud de millones de personas. Los investigadores españoles han secuenciado ya el genoma de 105 personas con leucemia, y han identificado 78 genes involucrados en la enfermedad.
Este trabajo es un ejemplo de lo que se puede conseguir cuando se estudia el genoma completo de miles de personas, un enfoque más global que está cambiando por completo la visión sobre el cáncer.
Ahora el reto es identificar las mutaciones importantes; clasificar los cánceres en función de ellas, y desarrollar fármacos específicos que contrarresten el efecto de estas mutaciones.
Así, en un futuroa cada paciente se le hará un test que determinará el perfil genético de su tumor “a cada paciente se le hará un test que determinará el perfil genético de su tumor” y se le administrará el fármaco más adecuado de entre los disponibles, explica López-Otín.
Nuevas vías para tratar la leucemia
Una forma de encontrar mutaciones importantes es buscar las que se repiten en muchos pacientes, las llamadas mutaciones recurrentes. El análisis del genoma de la leucemia ha descubierto varias.
Aún así, en el caso de la leucemia linfática crónica la diversidad es tan alta que las recurrencias más frecuentes se dan en sólo el 15% de los pacientes. López-Otín destaca las detectadas en los genes SF3B1 y NOTCH1, y que se relacionan con una progresión rápida de la enfermedad.
Todos estos resultados se han publicado en los últimos meses en revistas del prestigio de Nature, Nature Genetics y New England Journal of Medicine. Y los investigadores aseguran que pronto habrá más.
Los grupos del Consorcio Internacional del Genoma del Cáncer analizan también el epigenoma: los cambios en el genoma que afectan a la función y expresión de los genes sin alterar la propia secuencia del ADN.
Un tratamiento contra la progeria y una aventura personal
El grupo de López-Otín descubrió en 2002, mientras investigaba la relación entre el cáncer y el envejecimiento, uno de los genes implicados en el síndrome de Hutchinson-Gilford, una progeria que afecta a un niño entre cada 4-8 millones.
Los investigadores desarrollaron un modelo animal de la enfermedad y encontraron fármacos que contrarrestan el defecto genético. En 2010, comenzó un ensayo clínico con unos cincuenta niños de una veintena de países.
A raíz de ese trabajo el investigador inició además una emocionante aventura personal. Antes de admitir a Néstor en el ensayo clínico internacional había que confirmar que su genoma portaba alguna de las mutaciones descritas en los dos genes causantes del síndrome de Hutchinson-Gilford. Los investigadores se llevaron una sorpresa: Néstor no tenía ninguna mutación en esos genes.
Pero bastaron tres años para que la situación cambiara. Y en ese tiempo, el grupo de Oviedo logró identificar la mutación que causa la enfermedad de Néstor. Es un solo cambio entre más de tres mil millones de posibilidades.