Roger Blandford: “Los agujeros negros alimentan el ecosistema galáctico”
“¡Los agujeros negros no son más peligrosos para la vida humana que saltar por un acantilado!”, dice Roger Blandford, director del Instituto Kavli de Astrofísica de Partículas y Cosmología (KIPAC), en la Universidad de Stanford (EE. UU.). Con esta afirmación, este experto en los fenómenos más energéticos del universo se refiere a lo que él considera una de las confusiones más comunes respecto a los agujeros negros: la percepción de que son “una amenaza, que de alguna forma son malos”. Él está empeñado en lavar su imagen: “Los agujeros negros son buenos. Desde una perspectiva cósmica son agentes de cambio responsables de alimentar el ecosistema galáctico”.
1 junio, 2015
Blandford -que sin embargo no es “especialmente partidario de usar los agujeros de gusano para viajar en el tiempo”- explica esta tarde en la Fundación BBVA el papel de los agujeros negros en la arquitectura del universo. Su conferencia, titulada El universo de alta energía: rayos gamma, rayos cósmicos, estrellas de neutrones y agujeros negros, forma parte del ciclo La ciencia del cosmos, la ciencia en el cosmos.
La región del universo en que habitamos es muy tranquila, en comparación con otras dominadas por procesos en que se libera enormes cantidades de energía: explosiones de estrellas de masa muy superior a la del Sol, choques de agujeros negros, material acelerado mientras cae dentro de un agujero negro…La investigación de estos fenómenos es un área relativamente joven en la astrofísica, en gran medida porque la atmósfera terrestre hace de escudo y evita la llegada a Tierra de una gran parte de la radiación de alta energía.
No obstante Blandford, que había estudiado ciencias químicas, se mostró interesado en esta área desde el principio de su carrera, de la mano del prestigioso Sir Martin Rees, que “me sugirió problemas muy buenos en astrofísica de altas energías”.
“Las fuentes cósmicas muestran una extraordinaria tendencia a acelerar las partículas elementales a niveles enormes de energía, mucho más altos de los que se pueden conseguir en la Tierra”, explica. “A veces observamos estas partículas directamente como rayos cósmicos; otras veces las observamos de modo indirecto, a través de los rayos gamma de alta energía que emiten. Se cree que las fuentes que subyacen a estas partículas son agujeros negros, estrellas de neutrones y ondas de choque intensas”.