Samuel Ting: “Siempre trato de entender lo que piensan los físicos teóricos, pero nunca, nunca, presto atención a lo que dicen”
El mayor experimento científico de la Estación Espacial Internacional es un módulo de unas siete toneladas instalado desde hace casi cinco años en el exterior de la Estación. Su misión es detectar los misteriosos y muy energéticos rayos cósmicos, unas partículas que desde la superficie terrestre pueden estudiarse solo indirectamente, y que pueden tener la respuesta a dos de las grandes cuestiones de la física actual: dónde está la antimateria perdida del universo y qué es la materia oscura. Pero antes hay que entender bien de dónde vienen los rayos cósmicos y sus propiedades, algo que aún queda lejos, según dijo ayer en la Fundación BBVA el director de este experimento pionero, el Nobel de Física Samuel Ting.
12 abril, 2016
“Nuestro experimento se lanzó en 2011, y en estos cinco años hemos recolectado 80.000 millones de rayos cósmicos”, dice Ting. “Es la primera vez que contamos con tantos datos sobre rayos cósmicos, y de tanta energía. Hemos analizado solo parte de ellos – el total llevará años-, y nuestros resultados hasta ahora muestran que el conocimiento previo sobre rayos cósmicos cargados está completamente equivocado. Son totalmente diferentes de las predicciones teóricas, y totalmente diferentes de las medidas anteriores. Indican que no entendemos en absoluto lo que está ocurriendo en el espacio, que necesitamos una teoría completamente nueva para explicarlo”.
Los rayos cósmicos son partículas -electrones, positrones, protones, antiprotones y núcleos de átomos como helio, litio, carbono, oxígeno, etcétera- que llegan a la Tierra sin que se sepa bien en qué procesos han sido generadas.
Ting inauguró ayer el quinto ciclo de conferencias de la Fundación BBVA La ciencia del cosmos, la ciencia en el cosmos explicando en qué consiste su experimento, el Espectrómetro Magnético Alpha (AMS, por sus siglas en inglés).
Ting lidera el extenso equipo de AMS, una colaboración entre 56 instituciones de 16 países -España entre ellos- y en la que trabajan 600 físicos. Cuando diseñó el experimento, a principios de los noventa, su principal objetivo era aclarar un problema que le intriga desde que le concedieran el premio Nobel en 1976: “Si hay materia, debe haber antimateria. La pregunta es ¿dónde está el universo hecho de antimateria? La desaparición de la antimateria es uno de los grandes misterios de nuestro universo”, ha explicado.
Ting fue presentado por el físico Manuel Aguilar Benítez de Lugo, de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, miembro del grupo español que participa en AMS, en el CIEMAT (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas).
El modelo hoy más aceptado sobre cómo empezó todo, el big bang, predice que debería haber en el universo una cantidad equivalente de materia y de lo que los físicos llaman antimateria, un evocador término que alude a algo tan real que incluso se emplea en los hospitales: los escáneres PET de imagen médica funcionan con positrones, que son antielectrones. Sin embargo los astrónomos no han encontrado aún el antiuniverso predicho por la teoría.
Hoy muchos físicos creen que la antimateria primordial simplemente no existe: “La mayoría de la gente, de acuerdo con la física moderna, cree que no existe un universo de antimateria”, dice Ting. “En las últimas décadas ha habido muchos experimentos en el CERN buscando [las pruebas de que la antimateria primordial no existe], pero nadie ha visto nada. Lo que nosotros queremos hacer es mirar con mucho cuidado si la antimateria existe o no”.
Para Ting la prioridad absoluta es garantizar la gran calidad de los datos. “La interpretación es cosa de los físicos teóricos”, dice. “Un buen experimentalista debe saber la teoría, pero debe saber también los límites de la teoría, y cuando haces un experimento es extremadamente importante mantenerse apartado de la teoría, de la influencia de la teoría. Al menos para mí. Yo conozco buenos, muy buenos físicos teóricos. Y cuando hablo con ellos siempre trato de entender lo que piensan, pero nunca, nunca, nunca prestar atención a lo que dicen”, dice, y se ríe.