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LA COGNICIÓN SOCIAL ANTE LA CRISIS DEL CORONAVIRUS

“Si la pandemia tarda en solucionarse, podría provocar modificaciones profundas en nuestra conducta social”

JUAN PUJOL

Los juicios, conclusiones o clasificaciones que un individuo se forma sobre sí mismo y sobre los demás son, en muchas ocasiones, resultado de acudir a recursos simples, rápidos y automáticos, más que de análisis racionales profundos. Este es uno de los pilares de la cognición social, campo en el que las profesoras Susan Fiske y Shelley Taylor fueron pioneras a mediados de los ochenta, por lo que han sido recientemente galardonadas con el Premio Fronteras del Conocimiento en la categoría de Ciencias Sociales. En la actual situación de confinamiento social, su investigación puede ofrecer algunas herramientas para afrontar un futuro lleno de incertidumbres, así como aportar claves para anticipar cómo podrá ser el escenario tras la crisis.

30 abril, 2020

Perfil

Susan Fiske

Perfil

Shelley Taylor

“Tenemos unos hábitos culturales y sociales muy arraigados”, explica José María Peiró, catedrático de Psicología Social y de las Organizaciones de la Universidad de Valencia y uno de los tres nominadores de las premiadas. “El que ahora una situación sobrevenida nos lleve a forzar la modificación de esos hábitos, en una primera etapa y de una manera superficial puede cambiar -de hecho ya ha sucedido- y condicionar nuestra percepción de los demás y nuestra relación con ellos”.

Que lo haga de un modo más profundo ya es otra cuestión. Así lo señala José Muñiz-Fernández, catedrático de Psicometría en la Universidad de Oviedo y también nominador de las profesoras norteamericanas: “de cara al futuro va a depender mucho de cómo se estabilice la situación. Si se tarda poco en encontrar una vacuna, quedaría poco rastro y enseguida volveríamos a la situación previa, a nuestros hábitos y conductas sociales anteriores; ahora bien, si la situación tarda en solucionarse, sí podría haber modificaciones más profundas”. Un cambio de estructura mental o mindset, de modo de ver las cosas…

“En una situación de estrés social muy fuerte”, puntualiza la profesora Alicia Salvador, catedrática de Psicobiología también en la Universidad de Valencia, que completa la terna de nominadores de la candidatura premiada, “lo más importante son las estrategias de afrontamiento que ponga en marcha cada individuo. La respuesta tradicional era lucha o huida, enfrentarse a la situación o huir de ella. Una tercera opción es la inmovilización ante el peligro… Esas son las respuestas más habituales. Frente a este repertorio, [Shelley] Taylor propuso otra estrategia más asentada en el grupo, en apoyarse, cuidarse, no sólo el autocuidado, sino el cuidado de los próximos, en fortalecer esas relaciones. Es momento -ante la crisis sanitaria que ha provocado la pandemia de COVID-19- de poner en marcha esas estrategias”. Es el tend and befriend, cuidar y hacerse amigos.

“De no hacerlo -incide la profesora Salvador- de no ser capaz el individuo de poner en marcha estrategias de afrontamiento eficaces, la respuesta de estrés puede tener efectos muy negativos, pues genera reacciones fisiológicas, cambios hormonales. modificaciones en el sistema inmune… si las estrategias no son las adecuadas ante estas circunstancias excepcionales, el estrés puede agravar las enfermedades preexistentes y propiciar el inicio de otras nuevas”.

Ilusiones positivas y crecimiento postraumático

La capacidad de un individuo para afrontar esa situación de posible cambio depende de una gran cantidad de factores. Uno primordial, que identificó Shelley Taylor, es el de las ilusiones positivas, que Peiró define así: “no se trata de un optimismo ingenuo, como el de la avestruz, es el optimismo de la persona que piensa que puede conseguir, con esfuerzo, con sacrificio y con costes, afrontar esa situación de manera positiva”.

Cuando esas ilusiones positivas “no son desmesuradas ni muy alejadas de la realidad, es decir, que guardan una proporcionalidad”, Taylor las define “como un protector, una defensa; si uno cree que en el futuro va a tener una actitud más positiva para afrontarlo”, en palabras del profesor Muñiz. “Aquí entra en juego también el concepto de crecimiento postraumático: es posible que una situación de choque como esta que vivimos sea beneficiosa para el individuo si uno se enfrenta a ella con una actitud positiva, sana y abierta”.

Pero esta no es una capacidad al alcance de todos los individuos. Hay personas que quizás ya tengan un problema que se vea agravado con esta situación de aislamiento social: ansiedad, estrés, trastornos del sueño… Para afrontarlos, el profesor Muñiz recuerda que Fiske propone cinco posibles estrategias o remedios:

  • Pertenencia: sentirse parte de un grupo a través de conexiones con los demás
  • Conocimiento: búsqueda de información a través de fuentes confiables
  • Control: realizar tareas sobre las que sí se puede tener la sensación de ser uno quien las dirige
  • Autoestima: valorar la fortaleza propia
  • Confianza: valorar la fortaleza de los demás, apoyarse en los otros e interactuar, ahora de un modo más telemático.

Las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías son, en opinión de los tres profesores españoles, una de las grandes ventajas de la época actual para hacer frente a una situación de aislamiento social: “se ha generado una nueva forma de relación, muy diferente… La capacidad de poder estar viendo (en una pantalla) a personas que están muy distantes, hace que vayamos cambiando nuestra forma de relacionarnos”, explica la profesora Salvador. Abunda en ello el profesor Peiró: “han emergido relaciones que teníamos olvidadas. Ahora nos acordamos de, y se acuerdan de nosotros, personas con las que hemos estado mucho tiempo sin mantener contacto. Se están modificando los patrones de relaciones sociales, no necesariamente de una forma negativa”.

Ante una situación excepcional, especial cuidado al juzgar al otro

Pero el profesor Muñiz advierte: “en las relaciones telemáticas disponemos de menos elementos de juicio, menos información de nuestros interlocutores, así que cabe la posibilidad de que cometamos más errores de apreciación, de que se nos escapen más cosas”.

En general, es un riesgo que está más presente en una situación excepcional como la actual. “Cuando un individuo percibe que se enfrenta a un episodio amenazante”, explica el profesor Peiró, “normalmente busca tomar decisiones que sean ágiles, pues de lo contrario no serían eficaces o adaptativas: si la persona no está entrenada y no sabe controlar sus impulsos como avaro cognitivo, es muy probable que incremente sus estrategias de estereotipia y de prejuicios y que busque el atajo rápido de enclasar o categorizar a una persona en función de una característica sobresaliente que le permita situarlo en un grupo y generar así unas conductas que, más que de cara a esa persona individual, son hacia el grupo”.

“Es entonces -continúa Peiró- cuando surgen los prejuicios y estereotipos… Si entendemos que la persona con la que interactuamos es más probable que sea un transmisor de la enfermedad, por su condición de pobreza o por ser una persona inmigrante, automáticamente corremos el riesgo de estigmatizarle. Necesitamos tomar especial conciencia de los sesgos automáticos que tenemos, que pueden ser muy peligrosos para la relación social. Eso no quiere decir que tengamos que ser lentos y llegar tarde. Lo que tenemos es que ser activos en indagar las características y la información relevante, que suele ser compleja, de las personas y situaciones que nos rodean. En eso la aportación de Taylor y Fiske es fundamental: nos llaman la atención sobre el hecho de que en situaciones de riesgo, como la actual, la calma cognitiva y emocional y la prudencia en la emisión de juicios clasificatorios es fundamental si queremos mantener relaciones humanas y humanizadas”.

La importancia de reforzar el pensamiento y la reflexión

La profesora Salvador aporta aquí la perspectiva de su especialización: “la tendencia a actuar con esos atajos es una respuesta biológicamente muy asentada. Tenemos necesariamente que responder ante el peligro y lo hacemos sin pensar, sin valoración ni reflexión sobre, eso viene después, se prefiere inhibir esa respuesta para poder funcionar. En esta situación que estamos viviendo es muy importante ser conscientes, especialmente ahora, de que todo se vive de un modo más agudo y más intenso. Nuestro sistema está preparado para responder al peligro y no hay tiempo para repensarlo mucho, hay que reforzar la parte más de pensamiento y reflexión ante la respuesta automática que pudiese surgir. Vamos a estar muy sobreexcitados y sobreestimulados por los posibles peligros y amenazas”.

Ante esa sobreexposición a estímulos, el profesor Muñiz destaca que “los sesgos que tan bien describieron las profesoras Taylor y Fiske dependen, en buena medida, de la información: a mayor información y más fiable, se suelen producir menos sesgos”.

En opinión del catedrático de la Universidad de Oviedo, el actual “es un terreno abonado para las fake news y la posverdad, es decir, la mentira”. Frente a este escenario, es importante ser conscientes de nuestra condición de avaros cognitivos: “tendemos a gastar poco esfuerzo cognitivo para realizar nuestros juicios, una característica muy humana, muy habitual en nuestros días. Por eso es vital valorar toda la información que nos llega a través de internet y las redes sociales. Lo que recomendamos a los individuos es que no estén permanentemente pendientes de los canales de información: contactos puntuales, medidos y de fuentes fiables”.

Un gran experimento natural

“Lo novedoso de esta situación es que puede verse como un gran experimento natural en el que se están identificando muchos de los comportamientos estudiados por las profesoras Taylor y Fiske”, asegura el profesor Muñiz. Se refiere, por ejemplo, a la tendencia de algunas personas a convertirse en “policías” de la conducta del otro, en vigilar que no se están desbordando las normas a la hora de respetar los nuevos límites: “tiene que ver con la relación grupal. Cuando hay una cohesión y alguien rompe la norma, es muy natural que el resto del grupo se rebele y trate de hacer que se respeten las leyes, es natural… Es algo comprensible, habitual y general, no debes traicionar al grupo pues este tratará de imponer su ley”.

El profesor Peiró asegura que en algunos de esos casos de excesiva vigilancia lo que sucede es que “ante determinados estímulos, en ocasiones proyectamos demasiado contexto, y ahí es cuando se producen los estereotipos, y posteriormente conductas de queja, de ataque, de recriminación, sobre una serie de supuestos que a lo mejor no corresponden a la realidad… Pero ese atajo cognitivo hace que ante un estímulo, generemos una respuesta influida por nuestra ansiedad, inquietud, miedo, a partir de un interpretación incompleta o incorrecta de esa situación”.

En todo caso, los tres coinciden en que la actual situación, si es temporal, puede convertirse en un episodio provechoso par el individuo. “Puede ser una buena oportunidad para estudiar el establecimiento de esas relaciones de ayuda, cooperación y amistad que ya se venían investigando en los últimos años como contrapunto a esos sesgos y prejuicios en los que en ocasiones algunos podrían caer”, incide la profesora Salvador

El profesor Peiró, también desde el optimismo, prefiere una visión más orteguiana: “puede ser una oportunidad para la relación con nosotros mismos; es un tiempo de mayor reflexión, de valoración de cuál es nuestro objetivo en la vida, de densificar nuestra identidad personal, nuestro yo, hacerlo más denso a través de una reflexión pausada, y de cultivar esas relaciones de mayor profundidad, más auténticamente humanas y, a lo mejor, no tan superficiales y tan dinámicas y rápidas como a las que estamos más habituados en estos tiempos modernos, que pueden cubrir ciertas necesidades de afiliación social, pero no otras más fundamentales”.