Multiracial people standing in a queue and waiting – Young people with social distancing and wearing protective face masks – Concept of the new normality and social distancing

XV edición de la Conferencia JEEA-Fundación BBVA

Ulrike Malmendier explica cómo el “efecto experiencia” hará que la crisis de la COVID-19 inhiba el espíritu emprendedor y fomente un ahorro excesivo

Juan Pujol

La catedrática de Economía en la Universidad de California en Berkeley Ulrike Malmendier ha pronunciado la XV Conferencia JEEA-Fundación BBVA, que se ha retransmitido en directo por streaming. Su pronóstico sobre la crisis post-covid en España es que afectará especialmente a las preferencias laborales, que primarán la estabilidad sobre el trabajo autónomo, y al consumo, generando una tendencia hacia el ahorro frente al gasto: “los jóvenes pensarán que las crisis son algo muy habitual”.

 

29 octubre, 2020

Los modelos económicos tradicionales explican el proceso de toma de decisiones en base a variables monetarias o financieras, como incentivos, pérdidas o ganancias. Una suerte de foto fija tomada en un momento concreto sobre un agente, persona o empresa, (ingresos, riqueza, situación laboral, nivel educativo, o, si es empresa, tamaño, sector, modelo de negocio…) que se proyecta hacia el futuro como si fuese a replicarse ante una situación similar próxima, sean cuales sean las nuevas circunstancias. La profesora Ulrike Malmendier niega esa tesis: “el concepto de efecto experiencia dice que eso no es así”. Se trata de un “recuerdo imborrable” de las experiencias del pasado que permanece en los individuos y sus decisiones.

“Mirar en el pasado y averiguar a través de qué experiencias se ha transcurrido, qué éxitos o crisis se han vivido, tiene un poder predictivo enorme en la toma de decisiones futuras. Y no es, como explican ahora mismo los economistas, porque experimentar el fracaso te haga más pobre. Lo que sucede es que las personas suelen actuar como si ese escenario a través del cual pasaron, esas circunstancias destacadas que vivieron (la crisis de la COVID-19, la Gran Recesión, el crash del 29…) tiendan, de manera destacada, a suceder otra vez”.

Ulrike Malmendier ha sido la ponente de la Conferencia JEEA- Fundación BBVA, en su décimo quinta edición, que ha tenido lugar bajo el título Cómo el efecto experiencia condiciona la toma de decisiones incluso entre los expertos. “No estoy diciendo –en referencia a esos expertos- que el gerente de la compañía sea incapaz de comprender bien la situación o las posibilidades que se le presentan. Estamos hablando de gente muy sofisticada con niveles altos de educación. Lo que digo en mi investigación es que las personas reconectan con esas situaciones vividas.  Nuestro cerebro reconecta con esas experiencias y cuando percibimos que algo similar puede estar ocurriendo, es a ese escenario al que inmediatamente vamos y lo tomamos más en cuenta que alguien que no haya vivido esa experiencia”.

Para ilustrarlo, la catedrática de Economía y de Finanzas de la Universidad de California en Berkeley recurre a un ejemplo concreto de un reciente artículo (The Making of Hawks and Doves. Malmendier, Nagel, Yane. 2020), que aplica el análisis econométrico a largas series de datos de las decisiones tomadas en el comité directivo de la Reserva Federal Estadounidense (que se divide tradicionalmente entre halcones –hawks– y palomas –doves-, a las que alude el título del paper) durante la segunda mitad del siglo XX: Henry Wallich, que fue gobernador de la FED entre  1974 y 1986, nació en Alemania en 1914, en una familia de banqueros, y antes de emigrar a los Estados Unidos vivió la hiperinflación germana de los años 20, es el protagonista de ese ejemplo.

Wallich tiene, aún hoy, el récord histórico de votos discordantes en la junta directiva de la FED, alertando en la gran mayoría de ellos del especial cuidado que debía mostrar el banco central federal con la elevada inflación y pidiendo mayores subidas de los tipos de interés. “Esto sucedió décadas después, en otro país, y en un economista del más alto nivel educativo y con el entrenamiento más especializado… En este sentido, diría que el efecto experiencia puede ser más influyente que la información, la formación o el contexto. Es increíblemente poderoso”, subraya la profesora Malmendier.

Vivir las crisis como algo muy habitual

La línea de investigación de la profesora Malmendier apunta a que vivir varios periodos de crisis sucesivos es algo que puede dejar huella en aspectos muy relevantes de una persona. Los jóvenes que tienen entre 20 y 30 años, por ejemplo están viviendo casi en una permanente crisis, tras la Gran Recesión y ahora la crisis de la  COVID-19, que se prevé profunda: “estas personas tenderán a actuar como si las crisis fueran algo muy probable  porque es lo que más han visto en su vida. Sus decisiones estarán condicionadas por esto. Por ejemplo, esta crisis va a traer una drástica reducción de oportunidades laborales, en EEUU son las generaciones más jóvenes las que más lo van a sufrir y lo están sufriendo ya. También sé que en España, desde hace varios años, son los jóvenes los que tienen mayores problemas para acceder al mercado laboral”.

En este sentido, Malmendier considera una buena referencia lo sucedido en Estados Unidos tras la Gran Depresión, momento en que los trabajos de oficina menos cualificados, más aburridos, más estables, se convirtieron en la opción principal de un mercado laboral en otras circunstancias muy tendente a emprender y al trabajo por cuenta propia: “Mi pronóstico –asegura- es que en España va a suceder algo similar ahora. Se verán afectadas las decisiones que se tomen, por ejemplo en lo relativo al  coste/beneficio de trabajar fuera de casa o dedicarse al cuidado doméstico, o el espíritu emprendedor, habrá menor aparición de nuevas ideas porque habrá mayor aversión al riesgo que supone iniciar un proyecto empresarial. También sucederá en lo relativo al consumo, en mis estudios mostré que si has vivido una crisis con altas tasas de paro en la juventud, tiempo después, con 40 o 50 años seguirás ahorrando muchísimo más que una persona que no haya vivido esta crisis”.

La profesora Malmendier conoce la situación económica de España al menos en otra dimensión más, de gran importancia también, la inmobiliaria; en otro artículo suyo (Rent or Buy? The Role of Lifetime Experiences of Macroeconomic Shocks within and across Countries. Malmendier, Steiny. 2016) concluye que en España se ha dado un efecto experiencia acumulado: “hay un gráfico en el que España muestra una tasa especialmente alta, en cuanto a la ratio de personas que viven en una casa en propiedad, que está en torno al 90%. Es algo muy llamativo, pues en la Unión Europea países como Austria o Alemania están en torno al 50 por ciento y luego España se va al 90. Seguro que hay cuestiones relativas a la situación geográfica, pero no pueden ser las únicas, porque, por ejemplo, la vecina Francia está sobre el 60”.

Lo que hicieron, Malmendier y su coautor, fue cruzar la variable de compra sobre total de viviendas con la de cómo había evolucionado la inflación en los últimos 40 años y, en casi todos los casos, los países con mayores tasas de vivienda en propiedad eran los que habían tenido mayores ratios de inflación. “Por ello –destaca- pienso que hay una relación directa entre ambas variables. Además, gracias a ese informe, el BCE ha estado recopilando información sobre consumo en toda la Unión para tratar de estudiar el fenómeno”.

Por esta razón, Malmendier considera que es “muy importante para los decisores públicos ser conscientes de que existe un efecto experiencia acumulado que no puede simplemente encenderse o apagarse, es algo que puede llevar décadas cambiar esa manera de comportarse del consumidor.

Simular experiencias, mejor que leer sobre ellas

Preguntada por cómo podría revertirse esa tendencia derivada de un efecto experiencia acumulado durante años y años, la profesora Malmendier  revela un gran interés: “Lo que no se puede decir es: eduquemos a la gente por medio de explicarles muy  bien cuáles son los problemas. Eso no funcionará. Lo que debemos hacer es encontrar maneras de simular experiencias, por ejemplo, el mercado bursátil: si vas al banco y dices: quiero invertir, lo normal es que te pregunten: ¿cuánta aversión al riesgo tienes? Eso es algo que no conocemos de nosotros mismos. Sería mucho más eficaz que te dijeran: de acuerdo, simulemos una compra de acciones y cuáles serían los escenarios futuros en caso de que sucedan diferentes cosas, o tomes determinadas decisiones”.

Uno de sus estudiantes ha puesto en marcha varios experimentos con granjeros en la China rural, relacionados con un seguro estatal de muy bajo coste que prácticamente nadie contrataba. “Les hizo pasar por una simulación sobre los seguros, lo que sucedía en caso de desastre, qué sucedería con su dinero si lo tenían o no lo tenían contratado… el experimento no fue perfecto, pero sí produjo un efecto más que notable en las decisiones”. Ahora, asegura, “estoy intentando poner en marcha algún programa de este corte con alguna institución financiera, porque realmente creo que puede tener un buen resultado. No está siendo sencillo, pero tengo esperanzas”.

Malmendier, que es también doctora en derecho, parte para muchas de sus investigaciones de los avances de otros ámbitos del conocimiento diferentes a su especialización, como la neurociencia o la psicología. Para ella, su campo experto -la economía conductual- es “la manera en que sistemáticamente (las personas) nos desviamos de decisiones racionales”. Y en sus líneas de trabajo suele partir de posiciones poco ortodoxas, como se desprende, al hablar con ella, de sus permanentes referencias a los “economistas neoclásicos” o a los “modelos económicos estándar”.

Otro de sus artículos más conocidos, de mediados de los 2000, fue Pagar para no ir al gimnasio, en el que daba cuenta de cómo una persona es capaz de caer sucesivas veces en el mismo error de creer que pagar una cuota mensual para ir al gimnasio le va a ser más beneficioso que pagar por cada sesión. A pesar de que ya haya experimentado en diversas ocasiones que, finalmente, no va al gimnasio tantas veces al mes como para que le compense. “No es algo que hagamos una vez por error, seamos conscientes del error y lo subsanemos, no”, asegura. “Lo que fue realmente desconcertante para todo el mundo, cuando se publicó este artículo fue que hacemos esto constantemente”. Parte de la comunidad científica y académica argumentaba que después de tres o cuatro veces de haber experimentado esto, los usuarios de esos servicios aprenderían la lección y cambiarían su modalidad de pago: “argumentaban que mi modelo no estaba teniendo en cuenta ninguna curva de aprendizaje en el consumidor, que la gente en algún punto llega a aprender que las ‘fuerzas racionales’ tienen que ganar… Lo que sucede es que no tiene por qué ser necesariamente así. De nuevo, reconectamos, en este caso con nuestras buenas intenciones y nuestros deseos de mejorar nuestra salud y aspecto físico”.