Julio Gómez Herrero

Cuando Julio Gómez Herrero se encontraba realizando su tesis doctoral en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), durante la primera mitad de los años 80, tuvo la suerte de poder trabajar con el primer microscopio de efecto túnel que llegó a España. El dispositivo que permitía ver y manipular átomos individuales, abriendo así la puerta a la nanotecnología, fue traído personalmente en 1984 por uno de sus inventores, Heinrich Rohrer, quien dos años más tarde recibió el Premio Nobel junto a Gerd Binning por su creación en los laboratorios de IBM en Zúrich. «En aquellos tiempos no había nada más que ese microscopio, y todo te lo tenías que hacer tú mismo a falta de desarrollos comerciales. Así que empecé a trabajar en el laboratorio para aplicar la electrónica digital al control de este tipo de microscopios», explica el hoy catedrático de Física de la Materia Condensada en la UAM.

Arrancó así lo que el jurado del Premio Física, Innovación y Tecnología retrata como una «amplia trayectoria en el campo de la nanotecnología», y entre cuyos hitos destaca la creación de Nanotec Electrónica, spin-off de la UAM dedicada al diseño, construcción y comercialización de microscopios de campo cercano. Fue también impulsor de WSxM, un software para la adquisición, tratamiento y proceso de datos de imágenes de la también denominada microscopía de sonda de barrido. Al ser de uso libre para universidades y centros de investigación, ha contribuido al avance de proyectos científicos innovadores en todo el mundo y le ha granjeado un sólido prestigio internacional. También de base tecnológica es otra empresa cuya creación ha impulsado, Nanoinnova Technologies, que se dedica a la comercialización de materiales derivados del grafeno y equipos específicos para la síntesis de estos.

Gómez Herrero afirma que entre sus referencias figura Enrico Fermi, que era «un gran físico teórico y un gran físico experimental». Al galardonado le motiva «combinar ambas cosas», a pesar de que «eso es al mismo tiempo motivante y frustrante, porque el 80 por ciento de los días no funciona nada y te vas enfadado, el 10 por ciento algo medio funciona, y hay un 1 por ciento en que las cosas funcionan de verdad. Ese 1 por ciento justifica el resto».

Hoy continúa trabajando en «ver cómo la materia se comporta a escala atómica, y en el futuro probablemente podamos elaborar dispositivos basados en esas propiedades». Avisa, no obstante, de que «en ciencia es muy difícil aventurar cuál será el camino», y se remite al caso de Nvidia, que nació como «una compañía de tarjetas gráficas para juegos y hoy produce los chips para la inteligencia artificial, uno de los desarrollos más importantes de la humanidad no solo a nivel científico, sino también filosófico».