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Han protagonizado un nuevo diálogo en el ciclo “LOGOS. Visiones del mundo clásico”

José Miguel Baños y Jesús de la Villa presentan las lenguas clásicas como puerta de acceso al conocimiento en un universo de disciplinas

Existen pocas dudas de que la cultura grecolatina constituye uno de los pilares fundamentales sobre los que se asienta la civilización occidental y de que su vehículo fueron las dos lenguas clásicas por excelencia: el griego y el latín. Pero, ¿qué vigencia tienen hoy? A esa y otras preguntas han contestado José Miguel Baños, catedrático de Filología Latina en la Universidad Complutense Madrid, y Jesús de la Villa, catedrático de Filología Griega en la Universidad Autónoma de Madrid, en un encuentro dentro del ciclo LOGOS celebrado 6 de octubre en el Palacio del Marqués de Salamanca.

7 octubre, 2022

“Recuerdo un año en que el mejor alumno de Selectividad de Madrid decidió hacer Filología Clásica y hubo un pequeño linchamiento en redes sociales, en el que se venía a decir ‘no será tan listo si al final va a estudiar latín y griego’”, evoca José Miguel Baños. Tanto él como Jesús de la Villa -que es, además, presidente de la Sociedad Española de Estudios Clásicos- no han tenido empacho en defender, en el diálogo “Las lenguas clásicas, un tesoro eterno”, la utilidad del griego y el latín a los más diversos niveles.

Para empezar, en las etapas preuniversitarias, donde a De la Villa le gusta cuestionar el concepto de utilidad. “El 90% de lo que se estudia en ESO y Bachillerato no tiene una aplicación práctica, sino formativa. La inmensa mayoría de los que asisten a una clase de Física no se van a dedicar a eso, pero consideramos que es útil porque les ayuda a comprender mejor el mundo. Y, en ese sentido, las lenguas griega y latina aportan muchísima información y mucha formación”. Como apunta Baños, “nos ayuda a entender mejor nuestra propia lengua, pues el 70% del español procede del latín”; y, apuntala De la Villa, “no es extraño que Castilla y León, la única comunidad autónoma con una asignatura obligatoria de Cultura Clásica, obtenga los mejores resultados PISA en lengua y en redacción”.

“Cualquiera que haya aprendido uno o más idiomas europeos habrá disfrutado de la similitud de numerosos términos gracias al origen común en el latín”, señala Baños, mientras De la Villa recuerda que “el 80% del vocabulario científico o técnico es de origen griego”.

Vehículo del conocimiento

Pero el latín y el griego son pertrechos que facilitan el viaje a un sinfín de destinos. “En el ámbito de la crítica literaria son imprescindibles la retórica y la poética, precisamente el título de dos obras emblemáticas de Aristóteles”, hace notar Baños. “Las grandes obras filosóficas hasta el siglo XVII se escribieron en latín y, por tanto, para acceder a grandes pensadores -desde Descartes y Spinoza a Kant- y conseguir una comprensión rigurosa de sus principios hay que tener un conocimiento mínimo del latín. Y lo mismo puede decirse de la ciencia, que hasta el siglo XVIII se escribía sistemáticamente en latín”.

También ocurre con la lingüística: “Poca gente sabe que la principal fuente de información sobre las versiones antiguas de las lenguas americanas son las gramáticas que sobre ellas escribieron en latín los españoles y los portugueses según avanzaban en la conquista”, ilustra De la Villa.

Y no se trata solo de una mirada al pasado, como revela el auge de las humanidades digitales. “El griego y el latín han sido pioneros en la digitalización. Ya a principios de los años sesenta, en el norte de Italia y aún con tarjetas perforadas, se inició la digitalización nada menos que de todos los textos de santo Tomás de Aquino, uno de los autores básicos de la cultura occidental”, constata De la Villa. “Y hoy tenemos prácticamente la totalidad de la literatura griega y latina en este soporte, lo que continuamente nos proporciona nuevas preguntas de investigación”.

Ambos catedráticos lamentan, por eso, la progresiva reducción de la presencia del latín y el griego en las sucesivas reformas educativas, “en la que cada una empeoraba lo presente”, valora Baños. De la Villa sintetiza el mapa así: “En la ESO, el latín no es que sea solo opcional; es que lo es entre otras diez asignaturas. En el Bachillerato solo es obligatorio en el de Humanidades, una modalidad que muchos centros de España no ofrecen, lo que priva a miles de estudiantes de una formación más amplia. Solo les queda el Bachillerato de Ciencias Sociales, donde el latín es una asignatura optativa y el griego ni siquiera existe”. Baños apunta el contraste con “Alemania, Austria o Países bajos, donde es posible cursar cuatro o cinco años de latín; por no hablar de Italia, que tiene un Bachillerato Clásico que es, además, uno de los más valorados”.