NOTICIA

Isabel Wences reivindica la “escuela sentimental” de la Ilustración escocesa en el ciclo “Historia de las ideas”

PABLO JÁUREGUI

La profesora titular de Ciencia Política de la Universidad Carlos III, Isabel Wences, pronunció este miércoles 11 de abril la conferencia “Intereses y pasiones en la escuela escocesa”, la tercera dentro del ciclo “Historia de las Ideas (II)”, dirigido por Carmen Iglesias, directora de la Real Academia de la Historia. La conferencia completa está disponible en el vídeo que encabeza esta noticia.

10 abril, 2018

Ciclo de conferencias

“Historia de las Ideas (II): Siglo XVIII. La Ilustración. Mitos y realidades”

Perfil

Isabel Wences

Historia de las ideas

Resumen de la conferencia 'Intereses y pasiones en la escuela escocesa'

La Ilustración generalmente se suele asociar con el valor de la razón como instrumento fundamental para impulsar el progreso, frente a los sentimientos primarios y prejuicios irracionales que tradicionalmente han cegado a la humanidad. Sin embargo, esta es una visión muy incompleta, ya que en realidad los pensadores de la llamada “escuela sentimental” de la Ilustración escocesa pusieron el acento en las “pasiones” de la naturaleza humana que consideraban imprescindibles para alcanzar la prosperidad y el bienestar de la sociedad. Esta es la tesis central que defendió la profesora Isabel Wences en su conferencia del ciclo “Historia de las Ideas (II)”.

“Hemos heredado la idea de que la Ilustración solo se centraba en la razón porque generalmente sus intérpretes han ignorado el hecho de que muchos ilustrados ponían el acento en los sentimientos”, explicó la profesora Wences. “Pero esta visión de la Ilustración como un movimiento centrado exclusivamente en la racionalidad es falso”.

En Escocia, recordó Wences, se produjo una “eclosión de ideas” en el siglo XVIII, en la que “la Ilustración floreció de manera singular”. A pesar de que generalmente se les conoce mucho menos que a las figuras de la Ilustración francesa, alemana o inglesa, los pensadores escoceses que emergieron en el vibrante entorno intelectual de una época en la que Edimburgo se consideraba “la Atenas del norte” hicieron aportaciones muy importantes al estudio de la naturaleza humana, la política y la economía. Tal y como demostró Wences en su conferencia, estos filósofos fueron pioneros a la hora de poner el foco en los sentimientos como “fundamentos de la acción humana” y “cimientos de la cohesión social”.

David Hume, por ejemplo, llegó a afirmar que “la razón es, y solo debe ser, la esclava de las pasiones, y no puede pretender otro oficio que el de servirles y obedecerles”; y para otras figuras destacadas de la Ilustración escocesa no se podía entender el surgimiento del comercio y la interacción social en una sociedad “civilizada” sin sentimientos como la “simpatía”, en la terminología de Adam Smith, o la “benevolencia” que analizó Adam Ferguson.

Para estos pensadores, las emociones eran “el acicate de la voluntad y motor de la acción” del ser humano. Por lo tanto, nos guste o no, “las emociones están ahí, forman parte de nosotros”, y no se pueden obviar o ignorar si se pretende comprender la naturaleza humana. Pero además, según defendían estos pensadores, las pasiones no son necesariamente algo negativo que impide el progreso, sino que pueden clasificarse entre “benignas o dañinas, afables o tumultuosas, tranquilas o violentas”. La cuestión fundamental, desde su punto de vista, era: ¿Qué hacemos con todas estas emociones? ¿Cómo podemos gestionarlas en la vida social, moral y política para que contribuyan al progreso y bienestar de la sociedad?

“Los ilustrados escoceses”, explicó Wences, “sostenían que los seres humanos tienen una inclinación natural a interesarse en el bienestar de los demás, e incluso a subordinar su egoísmo a su amor por la sociedad, ya que pueden sentir placer ante el bienestar de los otros, o dolor ante el sufrimiento de los demás”. “En este sentido, defendían la idea de una moral basada en el sentimiento”.

La evolución de las emociones “civilizadas” 

En su conferencia, la profesora Wences argumentó cómo, de hecho, los ilustrados escoceses desarrollaron una teoría sobre el cambio social y económico que llevó a lo que ellos consideraban un mundo “civilizado”, una transformación basada precisamente en la evolución de las pasiones y los sentimientos a lo largo de la historia de la humanidad.

“En las primeras sociedades, que ellos llaman ‘primitivas’ o ‘salvajes’, las pasiones se manifiestan de una manera más violenta o ‘tumultuosa’, pero van cambiando hasta que se llega a la sociedad comercial, que ellos interpretan como civilizada”, explicó Wences. “Algunas pasiones violentas se atenúan o suavizan, y otras fundamentales para el desarrollo del comercio moderno se despiertan: la confianza, la honestidad, la puntualidad o la predecibilidad”.

En definitiva, la conferencia de la profesora Wences reivindicó la importancia de los ilustrados escoceses en la historia de las ideas que da título a este ciclo, ya que fueron pioneros a la hora de poner el foco en “el papel de las emociones y las pasiones en nuestra vida social, política y moral”.

Hoy, autores tan influyentes como el neurocientífico Antonio Damasio han profundizado en la importancia de las emociones para comprender la naturaleza humana y repensar la relación entre racionalidad y afectividad. Pero, tal y como demostró la conferencia de Wences, los precursores del concepto que hoy conocemos como “inteligencia emocional” -acuñado por el psicólogo Daniel Goleman- fueron los pensadores de la Ilustración escocesa como Hume, Smith y Ferguson.

Se trata de una perspectiva que hoy puede resultar muy útil para analizar y abordar muchos fenómenos de la sociedad en el siglo XXI. Porque como resaltó la profesora Wences, “todo fenómeno político tiene que ver con las emociones. Muchas veces asociamos emociones a fenómenos como el nacionalismo o cuestiones identitarias, pero en realidad están presentes en todos los fenómenos de nuestra vida social y política. Como las emociones existen, lo que tenemos que hacer es aprender a gestionarlas y convivir con ellas”.