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Las comunidades que más se basan en la economía del conocimiento superan hasta en un 36% la renta por habitante española

La economía del conocimiento ha permitido a las comunidades autónomas que la han desarrollado con mayor intensidad resistir mejor la crisis en términos de renta, productividad y empleo. Es una conclusión del estudioLa competitividad de las regiones españolas ante la economía del conocimiento, que han presentado el Ivie y la Fundación BBVA y está dirigido por el investigador del Ivie y catedrático de la Universitat de Valencia Ernest Reig. El informe analiza la relación entre el uso del conocimiento que hace cada comunidad autónoma mediante el empleo de factores que lo incorporan, y su capacidad de generar renta y riqueza

28 noviembre, 2016

El informe articula la economía del conocimiento en torno a tres componentes principales: el capital físico de base tecnológica (maquinaria y, especialmente, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC)), el capital humano de alta cualificación; y el desarrollo de actividades de I+D+i. En el análisis de la implantación de la I+D+i, el informe traslada a las regiones españolas el Índice Sintético de Innovación (ISI) que la Comisión Europea aplica a los países. Estos componentes básicos se enriquecen con un amplio abanico de factores externos condicionantes, tanto macroeconómicos como microeconómicos, entre los que se encuentran las diferentes políticas de gasto e inversión de cada comunidad autónoma o la composición de su tejido empresarial.

A partir del estudio de los tres ejes básicos y del resto de factores que influyen en el desarrollo de la economía del conocimiento, los autores consideran 27 variables que agrupan para construir cinco Indicadores Sintéticos de Competitividad: conocimiento y capital humano, innovación y TIC, factores de entorno, tejido empresarial, y resultados. La aplicación de estos indicadores a cada una de las regiones ofrece una imagen de la competitividad basada en el conocimiento clasificada en tres niveles: alto, medio y bajo. El mapa resultante revela que solo tres regiones logran alcanzar un nivel alto en varios de los indicadores: Comunidad de Madrid, Navarra y País Vasco.

España ha aumentado más de 20 puntos porcentuales la contribución de los activos basados en el conocimiento a su valor añadido bruto (VAB) –medida como el peso de las compensaciones por el uso de trabajo cualificado, maquinaria y equipos- en los últimos veinticinco años. En promedio, dedica algo más de la mitad del valor de la producción a retribuir el capital humano y el capital de base tecnológico que emplea, pero ese porcentaje es mucho mayor en otros países avanzados, como Reino Unido, EEUU o Corea, donde esos activos aportan más del 70% al VAB. Esta última cifra supera en 10 puntos porcentuales la de nuestras regiones más desarrolladas que, pese a sobresalir en el entorno español, no lo hacen en el internacional.

En líneas generales, el uso del conocimiento se ha intensificado en todas las regiones españolas, pero de manera muy desigual, lo que explica sus diferentes desempeños tanto a la hora de reducir las consecuencias de la crisis como de reactivar la recuperación. Las diferencias en el peso de los activos basados en el conocimiento en el PIB regional tienen una importante capacidad explicativa de las diferencias en el PIB por habitante: a mayor empleo de capital humano y capital tecnológico, mayor productividad y mayor renta per cápita.