20-10-22_Conferencia-Zoa Alonso_Logos_11 1024×576

Aborda en el ciclo LOGOS una disciplina que llegó a ser "transversal a todas las esferas de la vida pública y privada"

Zoa Alonso Fernández indaga en el valor de la danza en la antigua Grecia y Roma como referente para el mundo contemporáneo

La danza ha pasado de permear la más variadas manifestaciones de la vida pública y privada en el mundo clásico a gozar de una consideración escasa en el mundo contemporáneo, incluso cuando se trata de ámbitos académicos o artísticos. La tendencia se puede y se debe revertir, según ha explicado Zoa Alonso Fernández en la conferencia “Danza antigua para el mundo de hoy”, celebrada en el seno del ciclo LOGOS.

21 octubre, 2022

Conferencia

Danza antigua para el mundo de hoy

20 de octubre, 19:30 h.

“La danza es central en la cultura de la antigua Grecia y Roma, completamente transversal a todas las esferas de la vida pública y privada. Está a la orden del día en todo tipo de rituales, de eventos, en el ámbito teatral, en los banquetes, en las fiestas. Forma parte de la educación de las personas”, explica Zoa Alonso Fernández, profesora en el Departamento de Filología Clásica de la Universidad Autónoma de Madrid. “Lo sabemos por su abundante representación en cerámicas o en frisos, pero también por su presencia en obras literarias de todo género. Recurren a ella como metáfora los filósofos -Pitágoras, Platón…-, los oradores e incluso el pensamiento cristiano: las metáforas de la danza son inagotables cuando se trata de articular el discurso”.

Esta investigadora, que lidera además el proyecto “Improntas de danza antigua (IDA): textos, cuerpos, imágenes, movimiento”, dentro del Programa Logos Fundación BBVA de Ayudas a la Investigación en Estudios Clásicos, pone de relieve cómo la danza se puede convertir en un cicerone inesperado para las materias más variadas. “A mí, que soy latinista y provengo del estudio de la lengua, la danza me ha supuesto un excelente apoyo para conocer el mundo antiguo de una manera que ni había imaginado en mis años de estudiante. Como está presente en tantos ámbitos, he podido estudiar cuestiones de política, de pensamiento, de filosofía, de artes visuales, de rituales, drama… He podido incluso trabajar sobre la construcción de identidades porque el cuerpo es el elemento esencial de la danza y este marca distinciones y proporciona etiquetas: hombres, mujeres, viejos, jóvenes, extranjeros, romanos, esclavos, ciudadanos…”.

La danza del mundo clásico ha pervivido a lo largo de los siglos, a través de una serie de huellas en la historia de la danza de occidente. “Se ve, por ejemplo, en los tratados prácticos de maestros de danza como Domenico da Piacenza (1455), Guglielmo Ebreo da Pesaro (1463) y Antonio Cornazzano (1465) en el Quattrocento italiano, basados en los principios de la retórica clásica. En el Renacimiento, la danza tiene un papel social espectacular: las relaciones diplomáticas de dinastías como los Médici o los Sforza están transidas por la danza en una época en la que saber bailar significa saber moverse en público y en donde una formación elevada en esta disciplina distingue al cortesano de quien no lo es. Todo esto es bien distinto a lo que nos encontramos, por ejemplo, en los coros cívicos y rituales de la antigua Grecia o en los escenarios de la Roma imperial, pero resulta curioso observar esa fusión de danza y retórica en un momento como este”, añade esta especialista.

En el occidente contemporáneo, la danza ha perdido presencia casi a cualquier nivel, lo que “responde a razones muy variadas: desde el desprestigio del cuerpo frente al intelecto que cobra fuerza a partir de la Edad Moderna, hasta el cambio en su consideración moral y social, la paulatina vinculación a la esfera de lo femenino o el hecho mismo de dejar de practicarla… Hoy, en una conversación entre amigos, sabemos cuáles son los últimos libros que se han leído o la película que más ha impactado, pero no se nos suele recomendar un espectáculo de danza”.

Recuperar el baile, un reto posible

Pero Zoa Alonso Fernández piensa que esto puede cambiar. “Tal vez el interés por combatir el sedentarismo, el aprendizaje de otras culturas no occidentales o los nuevos usos de las plataformas de entretenimiento por parte de los más jóvenes devuelvan al cuerpo el estatus que ha ido perdiendo frente al intelecto. Pensar en sociedades en las que la danza tuvo un papel tan destacado nos puede ayudar a descubrir cómo integrar mejor estos saberes. En Latinoamérica aún goza de un peso social y de relación importante; en el mundo anglosajón han conseguido integrar la danza en el sistema educativo y en la educación superior. En España no existen apenas titulaciones universitarias -si las hay son muy pocas y poco conocidas- donde los estudios de danza estén integrados. Y eso es muy significativo, porque sí que existen estudios de musicología o asignaturas de teatro en las carreras de filología…”.

“A partir de la primera mitad del siglo XX, bailarines destacados como Isadora Duncan, Loie Fuller, Vaslav Nijinsky o Martha Graham, entre otros, desarrollan producciones específicamente inspiradas o en diálogo con la antigüedad, con constantes referencias al imaginario coral y coreográfico de la danza antigua, proveniente de las obras de arte, la literatura, la filosofía y la cultura material”. Y lo hacen, en no pocas ocasiones, como una oportunidad para desarrollar un pensamiento crítico: “Martha Graham tuvo mucho interés en las tragedias griegas y lo que hizo fue bailarlas. No las representó a la manera tradicional: cogió el texto y lo transformó en coreografía, dando así voz a heroínas del mito que habían quedado ocultas bajo el protagonista masculino. Martha Graham, como mujer que era, se dejaba llevar más por Yocasta que por Edipo, por Clitemnestra más que por Agamenón, explorando su psicología y ofreciendo un giro hacia lo femenino muy interesante”.

Y el empuje continúa: “Uno de los más famosos ballets protagonizados por el cubano Carlos Acosta es el de Spartacus, centrado en el líder de la revuelta de esclavos en el siglo I antes de Cristo. La fuerza de ideales como la libertad o la superación se transmite muy bien a través de la danza: no hace falta hablar. Hay muchos bailarines que han utilizado referentes clásicos para transformar inquietudes de su sociedad o de su momento histórico y ponerlas en movimiento; porque el arte no necesita ser narrativo para reivindicar una visión del mundo”.

En el ámbito de la investigación un impulso relevante llegará a través de la publicación, en 2023, de Improntas de danza antigua, un volumen que se editará también en inglés y es fruto del proyecto que Zoa Alonso Fernández ha dirigido como investigadora principal bajo el Programa Logos de Ayudas a la Investigación en Estudios Clásicos. En él participan Rosa Andújar (King’s College London), Lauren Curtis (Bard College), Laura Gianvittorio-Ungar (Academia Austríaca de Ciencias), Carolyn Laferrière (Universidad de Princeton), Sarah Olsen (Williams College), Karin Schlapbach (Universidad de Friburgo) y Naomi Weiss (Universidad de Harvard). “Cada una aporta una reflexión sobre el fenómeno de la danza tanto en Grecia como en Roma desde perspectivas pluridisciplinares: literatura, filología, historia del arte… En los sucesivos capítulos se abordan la geografía de la danza, los espacios en los que se desarrollaban, el cuerpo, el público, el movimiento, los objetos (instrumentos musicales, vestuario…), la política con la danza de fondo, los dioses…”.