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Conferencia sobre epigrafía jurídica en el ciclo ‘LOGOS. Visiones del mundo clásico’

El trasvase del Ebro, la lucha contra la corrupción, el misterio de la Transduriana… Antonio Alvar aborda los ‘secretos’ que desvelan las inscripciones romanas

En bronce, en plomo, en piedra… Si hay algo a lo que se asocia visualmente Roma es a sus inscripciones, técnicamente denominadas epígrafes. La proliferación de excavaciones en los siglos XX y XXI ha multiplicado los hallazgos de epigrafía jurídica, que arroja “un conocimiento muy profundo, muy interesante… y muy actual”, ha explicado Antonio Alvar, catedrático de Filología Latina de la Universidad de Alcalá. Ayer impartió la conferencia “El derecho romano a través a las inscripciones”, dentro del ciclo LOGOS.

30 septiembre, 2022

Conferencia

El derecho romano a través de las inscripciones

29 de septiembre, 19:30 h.

Aunque el grueso de nuestro conocimiento del derecho romano -base de los ordenamientos jurídicos occidentales- procede de textos como las Instituciones de Gallo o el Código de Justiniano, “ese derecho se nos ha transmitido también por textos inscritos en soportes duros, conocidos como epígrafes”, explica Antonio Alvar, investigador principal del proyecto Ad optime Hispaniae titulos edendum: la documentación de las inscripciones de Hispania conservada en Berlín (InScribo-CIL II), dentro del Programa Logos Fundación BBVA de Ayudas a la Investigación en Estudios Clásicos.

“Los romanos no tenían Boletín Oficial del Estado, ni periódicos, ni internet. ¿Cómo hacían, entonces, para dar a conocer una ley aprobada por el Senado o una decisión de un magistrado con efectos jurídicos? Se grababa en un soporte duro -que podía ser bronce, plomo, piedra…- y se colocaba en un lugar visible dentro de la ciudad: en el foro, en las paredes de algún templo o de algún edificio público. Así, esos textos quedaban a la vista y todo el mundo podía conocerlos. Por eso, tenemos que imaginarnos las ciudades antiguas empapeladas o forradas, por así decir, con una enorme cantidad de textos legislativos que cubrían las paredes de estos edificios”, relata el catedrático de Alcalá.

La epigrafía tiene varias ventajas. “Las piezas están grabadas y publicadas en ese momento histórico, mientras que los manuscritos están sujetos a una tradición textual en la que se pueden haber introducido modificaciones no concordes al original”, hace notar Alvar. Pero, además, su tipología es muy amplia: “hay desde leyes aprobadas por el Senado para todo el imperio -y entonces se hacían copias inscritas que podían aparecer desde Lisboa a Palmira, en Siria- hasta muchas cosas que no están en las grandes fuentes generales escritas, porque afectan a localidades concretas o a episodios particulares de la historia”, señala este filólogo. En este sentido, tienen un carácter capilar y la proliferación de hallazgos arqueológicos -”en los siglos XX y XXI se han hecho más excavaciones que en todos los siglos anteriores”, recuerda Alvar- “nos han abierto las puertas, de par en par, a un conocimiento del derecho romano muy profundo, muy interesante… y en algunos aspectos muy actual”.

La pugna contra la corrupción política

“Gracias a la epigrafía tenemos conocimiento de la Lex Acilia repetundarum, una ley del siglo II antes de Cristo contra la corrupción, que regula la devolución del dinero robado por los magistrados o autoridades públicas. El tema no puede ser más actual, pues trata precisamente de cuando alguien se lleva dinero público y exigimos que lo devuelva. La ley se denomina repetundarum porque trata de las cosas que han de ser pedidas de vuelta por apropiación indebida”, apunta Antonio Alvar.

“También hemos encontrado específicamente en este soporte regulaciones del uso del agua del Ebro que atestiguan que los trasvases ya eran un problema en tiempos de los romanos”, indica. Y para los amantes de los misterios, consta grabada “la existencia de una provincia en la península ibérica que desconocíamos. Se trata de la Transduriana, es decir, la que está más allá del Duero, al norte del Duero. No tenemos ninguna referencia en textos escritos y no sabemos qué ocurrió con ella, pero nos abre nuevas preguntas sobre la organización del imperio romano”.

Casi cualquier aspecto de la vida del imperio encuentra reflejo en estos materiales cincelados. “El testamento político del emperador Augusto, del que nos habla Suetonio pero no lo teníamos, ha aparecido nada menos que en un templo en Ankara (Turquía) y en otros lugares”, ejemplifica Alvar. La epigrafía también ha arrojado luz sobre el asesinato de uno de los más célebres generales romanos, Germánico Julio César, conocido por sus campañas en la Germania en tiempos de Augusto, a manos de Cneo Pisón, gobernador de Siria. “Aunque conocíamos el hecho por fuentes históricas, gracias a la epigrafía tenemos el decreto del Senado que lo declara culpable”, concreta el catedrático. “La represión de cultos que se consideraban perturbadores de la paz social como el que se ordena en el senadoconsulto de Bacchanalibus; el catastro de la ciudad de Orange, en Francia, que nos da mucha información sobre la distribución de propiedades; o las cartillas de licenciamiento militar, que incluyen asignación de tierras o disposiciones sobre el derecho a contraer matrimonio, son otros ejemplos de cómo la epigrafía nos da un conocimiento muy preciso del ordenamiento administrativo y legal romano”.