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Esta conferencia trata sobre el efecto que a principios del siglo XX tenían los ingresos sobre la cantidad de años de vida tras la jubilación. En 1900 el Ferrocarril de Pensilvania, uno de los empleadores más grandes de Estados Unidos, impuso a sus empleados la jubilación obligatoria a los 70 años, aunque podían jubilarse a los 65 años si tenían una discapacidad o contaban con la aprobación de sus supervisores. El ferrocarril empleaba una fuerza de trabajo muy diversa, e incluso los gerentes y ejecutivos estaban cubiertos por el programa de jubilación. Dado que los registros de jubilados incluyen información sobre los salarios, es posible comprobar si los ingresos y la mortalidad tenían correlación antes del advenimiento de un tratamiento médico efectivo. Encontramos, así, que la jubilación anticipada era más común entre los trabajadores con ingresos más bajos antes de la jubilación, así como con ciertas ocupaciones bien remuneradas, como conductor o ingeniero. La mortalidad después de los 70 años estaba inversamente relacionada con el nivel de ingresos: los trabajadores mejor pagados tenían vidas más largas después de la jubilación.