CONFERENCIA

Carmen Sanz analiza la “mutación cultural” de la infancia y la familia en los inicios de la Modernidad en el ciclo “Historia de las ideas (III)”

La historiadora Carmen Sanz pronunció el pasado 16 de octubre la conferencia “Infancia, familia y mundos femeninos en los inicios de la Modernidad”, la tercera dentro del ciclo “Historia de las Ideas (III): De la Ilustración al Romanticismo, segunda mitad del siglo XVIII”, dirigido por Carmen Iglesias, directora de la Real Academia de la Historia. El vídeo de la conferencia completa está disponible pinchando el botón ‘play’ en la imagen que encabeza esta noticia.

15 octubre, 2019

Ciclo de conferencias

Historia de las ideas (III): De la Ilustración al Romanticismo, segunda mitad del siglo XVIII

Perfil

Carmen Sanz

Historia de las ideas (III)

Resumen de la conferencia 'Infancia, familia y mundos femeninos en los inicios de la modernidad'

Durante siglos, según explica la profesora Sanz, en la Europa occidental dominó lo que Jacques Gélis definió como una conciencia “naturalista” de la vida y del paso del tiempo. Año tras año, cada individuo describía un arco de vida semejante al que representaba la naturaleza con el inexorable paso de las estaciones.

Dentro de esta estructura circular —en la que la mujer, en su papel de madre, jugaba el rol esencial de depositaria del destino colectivo y de responsable de los dictados naturales—, romper esa secuencia, incluso por accidente, se consideraba una tragedia. En esta concepción de la vida en la que la sociabilidad anónima apenas distinguía entre lo privado y lo público, tanto la mujer como el niño formaban parte del gran cuerpo común que servía para garantizar la supervivencia del linaje y de la especie.

“En el Antiguo Régimen”, explica Sanz, “las familias se entendían cómo un centro de seguridad económica y un lugar de coacciones y obligaciones, pero había realmente muy poco espacio para la sensibilidad y para la afectividad”.

Sin embargo, la historiadora señala que “a medida que vamos avanzando en el siglo XVII, las individualidades dentro de la familia, es decir, el niño y la mujer, empiezan a tener una presencia diferente de la que habían tenido en el periodo de la primera edad moderna, en donde el grupo prevalecía por encima de la individualidad, y donde fundamentalmente el objetivo  de la familia era poder perpetuar la especie y el linaje”.

La historiadora define este proceso como una “mutación cultural progresiva” en la que “el individuo y lo privado se van abriendo camino” y que impulsó “una nueva sensibilidad en la que la familia ya no era solo una unidad económica o un lugar de obligaciones y coacciones para sus miembros, sino que tendió a convertirse en un espacio de cariño y de afectividad en el que la naturaleza propia y peculiar de la infancia se hizo visible y se diferenció progresivamente del universo de los adultos.”

Un avance crucial de la cultura occidental

En la sociedad del Antiguo Régimen, según explica Sanz, la individualidad del niño “no estaba contemplada”, en primer lugar por la propia realidad demográfica de la época.  Hay que tener en cuenta que en el primer año de vida morían la mitad de los niños que habían nacido; y después, de los que sobrevivían, volvían a morir la otra mitad hasta que llegaban a lo que se consideraba una edad adulta, a los 12 años. Por todo ello, hacer una inversión afectiva en los niños en el siglo XVI era “bastante penoso” y no se concebían espacios especiales para ellos. De hecho,  eran “prácticamente independientes desde los 7 años y vivían mezclados en los espacios de los adultos, porque no se les consideraba en su individualidad”.

Al mismo tiempo, con respecto a las mujeres, señala la historiadora, su único objetivo era “perpetuar la especie, así que hasta que no conseguía esa reválida, casarse y tener hijos, realmente no cumplía con esa función social que tenía asignada”.

Sin embargo, tal y como explicó la profesora Sanz en su conferencia, a partir del siglo XVIII se da un paso clave en la “mutación cultural” que llevó a la individualización de niños y mujeres, ya que el “el Estado adopta como suya la responsabilidad de su educación, entendiendo que son individuos a los que hay que potenciar”, algo que se refleja, por ejemplo, en la creación de colegios especiales y hospicios para los huérfanos, así como de espacios educativos específicos para las mujeres.

Esta transformación puede considerarse el embrión de los que hoy entendemos como los derechos de los niños y las mujeres, y en este sentido se trata, según Sanz, de “un periodo crucial” en la historia de las ideas y de la modernidad: “Estamos hablando de los procesos de individualización que progresivamente se dan en la sociedad occidental. Frente al interés y los objetivos del grupo, aparecen los individuos. El hecho de que hasta ese momento niños y mujeres no estuvieran individualizados dentro del grupo familiar, que a un niño no se le considerara como un individuo al que hay que proteger y educar… eso es algo fundamental desde el punto de vista del avance social”.

La búsqueda del conocimiento

La conferencia de Sanz, catedrática de Historia Moderna en la Universidad Complutense de Madrid y académica de número de la Real Academia de la Historia, se enmarca en la tercera edición del ciclo “Historia de las ideas” que comenzó en 2017 bajo el epígrafe “La búsqueda del conocimiento. Historia de la cultura occidental”, y el año pasado exploró los “Mitos y realidades de la Ilustración”. Todas las conferencias, organizadas con la colaboración de la Real Academia de la Historia, ofrecen un viaje guiado a la aventura más apasionante jamás emprendida por el hombre: la búsqueda del conocimiento y su papel en la conformación de nuestra cultura. Este empeño, que nos distingue como especie y constituye el principal motor de transformación de la vida de los individuos y las sociedades, se analiza en la tercera edición del ciclo por cinco especialistas en sus distintas disciplinas, bajo la coordinación de Carmen Iglesias.

En este caso, el ciclo explora la transición de la Ilustración al Romanticismo en la segunda mitad del siglo XVIII. Tras las primeras tres conferencias de Carmen Iglesias, Félix de AzúaCarmen Sanz, participarán en las próximas semanas Alejandro Diz, profesor de Historia de las Ideas en la Universidad Complutense de Madrid y académico correspondiente de la Real Academia de la Historia; y Enrique Krauze, historiador y miembro de la Academia Mexicana de la Historia, en conversación con Carmen Iglesias.

Tal y como explica el texto de presentación del ciclo, el objetivo de todas las conferencias es descubrir el origen de ideas y visiones “de las que somos obligados legatarios y en el que podemos encontrar motivaciones y raíces que nos ayuden a comprender y enfrentarnos mejor con los propios retos de nuestra misma actualidad”.